Tras la intensa semana de huelga convocada por la Plataforma Estatal por la Escuela Pública -así como por otras organizaciones que no pertenecen a ésta- y que desde Prodiversa hemos apoyado, debemos reconocer que el ministro Wert ha vuelto a lograrlo. Con sus reformas y recortes ha conseguido que familias, alumnado y profesorado, tanto de escuela pública como de escuela concertada, se unan para defender «una escuela pública de tod@s para tod@s» reivindicando una Educación (formal) de calidad, democrática y accesible para tod@s... (Seamos de donde seamos, como seamos y sin importar lo que cobremos€)

Decimos EDUCACIÓN -en mayúsculas- porque entendemos que en ella está la clave para el desarrollo de cualquier sociedad a todos los niveles. Algo que parece no tener claro este gobierno que sigue creyendo en la resurrección del ladrillo y en la adoración del sistema bancario como únicas formas de salvación de un país en el que el talento rebosa€ Tanto que ya son (según el INE) más de 55.000 personas las que se han marchado de España, gran parte de las cuales son jóvenes con estudios superiores que curiosamente pagó un Estado que hoy los empuja a marcharse.

Pero volvamos a la escuela, si bien es cierto que el proyecto escolar siempre ha tenido un carácter más o menos homogeneizador (debido precisamente a su función como generador de ciudadanía a la sombra del proyecto del Estado-Nación), y que no ha dejado de ser, en palabras de Louis Althusser, «aparato ideológico del Estado»; hoy más que nunca descubrimos que la escuela por sí misma como maquinaria reproductiva no tiene sentido, y mucho menos significado, sin las personas que la habitan y que son capaces de cambiar el propio sistema con sus prácticas diarias.

La LOMCE y el real decreto de becas suponen -entre otras muchas cosas que no caben en esta columna- retomar un modelo de escuela (y de sociedad) que creíamos obsoleto. Asistimos a la creación descarada de itinerarios educativos para ricos y para pobres; se reconoce (incluso alaba) la segregación por sexos (tirando por la borda todo el trabajo por la igualdad de género que muchas y muchos hacemos día a día) y, lo que es aún peor si cabe, se da vía libre a la «especialización de centros por tipología del alumnado». ¿Qué puede suponer esto?

Pues para empezar que se está dando amparo legal a la exclusión, cargándose en un momento años de políticas de integración -que a pesar de tener muchas fisuras- suponían un pilar fundamental para la convivencia y el reconocimiento de la diversidad.

Así tenemos por un lado un gobierno que no deja de mercantilizar la escuela, de inyectarle dosis letales de competitividad, privatización, segregación€ Al fin y al cabo ideología neoliberal que el «aparato escolar» debería reproducir sin más.

Pero no, afortunadamente somos más las y los que creemos en otro modelo de escuela (y de sociedad) y debemos seguir movilizándonos. Por una escuela pública de tod@s, para tod@s. No a los recortes en educación (ni en sanidad, ni en cooperación, etc.)

*María Rubio Gómez es técnica de Educación para el Desarrollo de Prodiversa