Los que ya tenemos unos años y vivimos la dictadura de Franco con el miedo metido en el cuerpo y el alma recordamos al todopoderoso ministro Pepe (así se hacía llamar) Solís y su permanente sonrisa, la sonrisa del régimen, tal y como fue definido por Emilio Romero (creo). Esta sonrisa terminaba por ocultar, con su desparpajo y cara dura, que España era un coto privado, con ordeno y mando de a quien no le temblaba el pulso a la hora de firmar una sentencia a muerte. Y con una sonrisa. Una sonrisa profident, una sonrisa falsa.

No es lo mismo, a Dios gracias, porque ahora vivimos en democracia pero ante la sonrisa de algunos ministros, del propio Rajoy y de quien todos los lunes tiene que hacer de tripas corazón ante los medios informativos María Dolores (Jimena) de Cospedal, no puedo evitar recordar lo que Solís, en su casa de playa de Estepona, me dijo un verano para el periódico para el que trabajaba, el nunca ponderado Sol de España. «Amigo, la sonrisa suele ser la compañera de la mentira; la carcajada, no. Es una obscenidad, en política, claro». Muchos años después asisto a la sonrisa que cuelga de los labios de algunos políticos de la derecha que me deja perplejo. Salvo dos ministras que todavía están en la fase, ante el espejo, de florecer su sonrisa en su pétrea cara (Ana Mato y Fátima Báñez) hay ministros cuya sonrisa es una permanente provocación, como la de Wert. Este ministro, con sonrisa de pasarela, ha amortajado la educación en responso oficiado por el cardenal Rouco Varela.

Y si bajamos al prosaico terreno de la economía no entiendo cómo se puede salir a los medios con una sonrisa, casi de oreja a oreja, cuando España se nos cae a pedazos con seis millones de parados. No hay nada más obsceno que sacar a la calle la operación sonrisa con la miseria de una décima de crecimiento, tal y como tiene dicho en este periódico Fernando Ónega. La sonrisa del ministro Cristóbal Montoro es un insulto que se clava en el corazón de quienes apenas tienen para comer. No hay nada más soez que ver al presidente de la comunidad madrileña, Ignacio González, con sonrisa falsa, afirmar, sin pudor, que la sanidad seguirá siendo pública y universal. Que Rajoy mienta con una sonrisa bobalicona e incrédula apenas si tiene importancia, es su estado natural desde que decidió no cumplir las promesas electorales salvo una, la que retiraba los fondos para recuperar la memoria histórica.

No hay sonrisas, sino crispación y tensión en las caras de las fotos de Alez Zea que publicó este periódico de la marranada (un diez, José María de Loma) que unos alcaldes del PP malagueño le hicieron a la presidenta de la Junta, Susana Díaz. Por lo que sé todo estaba atado y bien atado, y en la sombra, como siempre, Elías Bendodo. Pensar que Francisco Oblaré y demás alcaldes (¿De qué pueblo o ciudad es alcalde el diputado popular Antonio Garrido Moragas también en las fotos aunque sin pito en la boca?) actuaban a su libre albedrío es desconocer cómo mueve los hilos el presidente de la Diputación. Peor es la actitud de don Francisco de la Torre, el político con más trienios de España, que con cara de perplejidad asistía al do de pecho de Oblaré y que ha sido incapaz de condenar el acoso a Susana Díaz. Lo del ministro Jorge Fernández era de esperar. No se sale del guion de Génova (la sede del PP nacional): cuando haya problemas, echar la vista atrás. En este caso Zapatero se ha librado. Aunque según me cuenta una hooligans de pito en la boca fue Zapatero quien llamó «golfa» (puta) a la presidenta de los andaluces. Y pensar que Jimena de Cospedal (María Dolores) acusó de «puro nazismo» a quienes acosaron, de forma pacífica, a la vicepresidenta Saénz de Santamaría.

P.D.- (1) Ésta Celia, es mi Celia. La Villalobos le tiene tomado el poco pelo al diputado socialista Manuel Pezzi. Cuando se viste de presidenta del Congreso el espectáculo está asegurado. Esperemos que ningún diputado se infarte con un soponcio. Pezzi estuvo a punto. Con Celia Villalobos en el timón de mando del Congreso se puede esperar cualquier cosa, hasta que haya ideas.

(2) Rafael Rodríguez, consejero de Turismo, sin armar ruido, a la chita callando, ha conseguido que en el presupuesto de la Junta para 2014 el Turismo (en mayúscula) se salve de la quema y consiga más fondos para la promoción del sector más dinámico de la economía andaluza. Conociendo al consejero no cejará en su empeño de que las empresas turísticas creen empleo. Llegan más turistas, hasta gastan más, pero no se traduce en beneficio para los trabajadores, sino todo lo contrario, con empleos en gran parte temporales.

(3) Ya están los presupuestos en la Cámara andaluza, duros, restrictivos y que tocan la cartera de quienes siempre pagan el pato, los funcionarios. Las políticas restrictivas de Mariano Rajoy (1.200 millones de euros menos para Andalucía) se han dejado sentir de forma dramática y aunque en el PP andaluz existía la secreta esperanza de que la coalición de izquierdas que gobierna se resintiera no ha sido así, aunque IU no cejará en su empeño de elevar la presión fiscal para quienes más tienen. Y así debería ser.