Los malagueños nos hemos gastado 59 millones de euros en Lotería de Navidad. Posiblemente haya que sumar algunos euros más de aquí al 22 de diciembre. Un décimo comprado durante la alegría y optimismo de una comida de empresa, una participación al amigo que nos persigue con el talonario en la mano y la ilusión, alguna vez reconocida con cierto desprecio en público pero en la intimidad depositaria de nuestros sueños, de que nos toque un premio. Todo eso se recoge en los 59 millones de euros que la Lotería Nacional ha ingresado en la provincia y que ya veremos el día 22 cuántos volverán en forma de premios.

La Lotería de Navidad tiene una especie de mística a la que nos lanzamos con la esperanza de mejorar la situación de crisis y desesperación que atenaza a miles y miles de personas. Es el último cartucho para terminar el año con una sonrisa en la cara. En algunos casos, un cartucho que se ha jugado renunciando a alguna compra básica. Ese cambio de suerte con el que todos soñamos, con una fortuna esquiva y cruel en ocasiones, se ha convertido en esperanza para salir del pozo. O al menos respirar un poco. Es triste depender de un sorteo para arreglar una vida rota en miles de pedazos, pero la desesperación lleva a soluciones extremas.

El 22 de diciembre nos despertaremos con el soniquete de los niños de San Ildefonso sonando en nuestras cabezas, los décimos y participaciones desplegadas en la mesa y un café con tostadas para echar una mañana en la que la suerte será esquiva para la mayoría y generosa con esos pocos privilegiados que puedan arrancar un premio Gordo. Aunque este año será un 20% menos generosa y el Gordo habrá pasado por un adelgazamiento express a cargo del Ministerio de Hacienda, que cobrará su correspondiente 20% del premio en impuesto por primera vez en este sorteo.

Mientras que llega esa mañana de decepción -y de alegría para los premiados- nos quedan días para soñar qué haríamos con ese premio, qué compraríamos, cómo los gestionaríamos y hacer las cuentas para saber qué premio sería suficiente para jubilarnos. Los sueños son bonitos, son perfectos, pero siempre llega el momento de despertar. Mientras tanto, soñemos. Es gratis y nos levanta el ánimo. Suerte para el día 22 y que celebremos los premios en unas calles limpias.