A ver, lo primero, las buenas noticias: la mayoría de analistas coinciden en que lo peor de la crisis en España ha pasado y todos pronostican un crecimiento moderado para el año en curso (entre el 0,5 por ciento y el 1 por ciento), el más elevado desde 2008. Sin embargo, también tienen razón los que afirman que «la recesión ha terminado, pero sus efectos han venido para quedarse largo tiempo».

Como muestra, unos datos, todos del mes pasado: pese al aumento en 2013, las ventas de coches en España (con ayudas públicas) se sitúan en niveles de€ 1986; el consumo de cigarrillos ha caído en más de la mitad desde 2007, hasta llegar a cotas de 1989; el tráfico en autopistas ha caído un 33% desde 2006, para situarse en niveles de los años 90 y la demanda de electricidad, tras varios años de caída, se coloca en el mismo nivel que en 2005.

Como solución para remontar la situación, dicen, hay que confiar en el turismo (que tiene un peso en la economía superior al de 2008, aunque sin un aumento sustancial del empleo en el sector) y en las exportaciones (que han mejorado notablemente durante la crisis, gracias al abaratamiento de costes y no a la productividad). Aunque lo más relevante, para el ciudadano de a pie que trabaja (o aspira a ello), radica en el mensaje coincidente de la ministra de Trabajo y de la CEOE: como está pasando con la «recuperación» estadounidense, el empleo a tiempo parcial será la estrella de la mejora económica (Juan Rosell dixit). Como va a ser muy difícil crear empleo a tiempo completo, vamos a fomentar el uso del contrato por horas. Así, entre la gente que deja de apuntarse al antiguo INEM, los que emigran y los que trabajan 10-15 horas semanales, bajaremos las estadísticas del desempleo. Así que los corifeos que suplican que «fluya el crédito» para que «se anime el consumo» ya pueden olvidarse de ello en los próximos tiempos.