Se habla de rascacielos en Marbella. El rechazo ha sido y es total. Y nadie permanece indiferente. Ni en esta ciudad ni lejos de nuestras fronteras. Hace tiempo que Marbella y su buena gente se merecían unos momentos así. Como los que hemos vivido desde el final de noviembre pasado. Momentos de dignidad cívica, de defensa apasionada y lúcida de un patrimonio único, de defensa del legado que nos dejaron los que hoy no están con nosotros.

La verdad es que no me ha sorprendido. Esta explosión de indignación que ha volado libre, como la diosa alada de las historias mágicas. Esta ciudad es maravillosa porque tiene una gente maravillosa. Me siento orgulloso de ser un vecino más entre todos ellos. Y hoy, más que nunca, como en aquellas manifestaciones en defensa de lo nuestro, en tiempos oscuros y difíciles, el privilegio de ser ciudadanos de un lugar excepcional es algo que no queremos que nos arrebaten.

También han sido incontables las voces llegadas desde otros países o desde otros continentes. De miles y miles de amigos repartidos por todo el planeta. Gente estupenda, de otras culturas, hablando otras lenguas, eso sí: con Marbella siempre en el corazón. Tantas llamadas, tantos mensajes, tantos correos, como éste de un muy preocupado amigo de Marbella, Malcolm D. Williams, el legendario hotelero norteamericano:

¿RASCACIELOS?

London - Yes! Londres - ¡Sí!

New York - Yes! Nueva York - ¡Sí!

Las Vegas - Of course! Las Vegas - ¡Desde luego!

Dubai - Naturally!!! Dubai - ¡¡Naturalmente!!

Marbella - Never! Marbella - ¡Nunca!

Malcolm Dean Williams, St. Michaels, Maryland, U.S.A. Un Marbellófilo pero... ¿por cuánto tiempo?