Del paraíso socialista cubano ya se puede salir sin marchar de allí, marcando diferencias con el igualitarismo al comprar un coche, pero los precios son seis veces más altos que fuera, al parecer para evitar un colapso en la red viaria, no pensada para el volumen del tráfico privado. De un paraíso socialista no se sale fácilmente al aire libre. Lo paradójico es que ese aire libre es, a la vez, el colmo de la irracionalidad, pues tener varios coches por familia, construir vías de enorme coste para circular de uno en uno, consumir a mansalva una energía escasa, incrementar las muertes en carretera, contaminar el aire y destinar ingentes recursos públicos y privados al gusto por el lujo y la diferencia, no dejan de ser un disparate. De este modo Cuba sería un parque temático del doble fracaso de la razón en la organización social: de la razón fallida (dentro) y de la razón perdida (fuera).