¿En Burgos, y en protesta por la supresión de plazas de aparcamiento?. ¡Qué gran ironía, qué broma del destino, si la revolución española frente al paro masivo y el desmontaje del Estado de Bienestar comenzara así! Es verdad que nada cabrea tanto como no encontrar un lugar para aparcar al final de la tarde, y que ese cabreo puede exacerbarse hasta el límite si la falta de poste al que atar el caballo es para siempre, y a causa de una remodelación urbana poco urgente, pero, ¿qué pasa con las barriadas obreras de las grandes ciudades industriales, en las que a las tasas altísimas de paro se suma el desguace de servicios públicos, o con el paro endémico, y sin expectativas de redención, del profundo Sur español? Pues ahí sigue todo quieto, mientras en Burgos ha estallado la única revuelta callejera digna de ese nombre. ¿Un rebote muy tardío, acaso, del espíritu del Cid? Eso faltaría.