En mayo se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo. Llegan en un momento de desafección política, con la gente cansada de los partidos pero, ¿también de las elecciones? Es probable que el PP incida en el mensaje de la recuperación económica, tratándonos de convencer de que con un crecimiento de décimas se puede crear empleo neto. Lagarde y otros popes de esta desastrosa era económica le están haciendo el trabajo.

La citada dijo el otro día que España va a ser locomotora de Europa y que vienen ya siete años de vacas gordas. No sabemos si tan distinguida dama sólo fuma cigarrillos. Se ve la luz. Pero la clase media se destruye. Una cosa es no ir más hacia abajo y otra que la crisis haya pasado. Pero los partidos de la oposición hablarán del aborto. Quién iba a decir a Gallardón que estaba destinado a ser el líder a la inversa de su partido. Es decir, el que lo hundiera en cuanto a expectativas electorales. Al menos por ahora. Entrará también en campaña el asunto catalán. Como se ve, todos asuntos nacionales. Poca pedagogía sobre lo muchísimo que afecta a nuestras vida lo que se decide o debate en Bruselas. Desde el tabaco a los envases de leche pasando por dónde podemos pescar o si se dan o no ayudas a sindicatos o para hacer autovías. Mal haríamos, que lo haremos, en convertirlas en una oportunidad para votar por encono o castigo o por estrambote. Serán un test, sí. Para saber si es la última patada al PSOE antes de que se reconcilie con el electorado o el primer paso para su recuperación. Para saber cómo se comporta también el electorado más conservador. Si es cierto que está cabreado con el PP o lo apoya más que nunca. Habrá opciones nuevas. Vox, que apadrina Ortega Lara y Santiago Abascal. Equo, de López de Uralde.

Los sondeos volverán a decir que UPyD tiene muchas posibilidades de éxito, pero estas y las próximas municipales serán fundamentales para ver si ­-ya ha pasado suficiente tiempo desde su fundación- el partido de Rosa Díez es ella y su eco, concejales aquí y allá pero pocos y fuerza en Madrid (un diez-doce por ciento) o es un partido de futuro y gobierno. Los nacionalistas irán juntos y habrá varias listas que los aglutine. En demasiadas ocasiones un nacionalista es alguien que considera que su lugar de nacimiento es mejor que el de otro. Salvo si hay europeas, que se consideran hermanos. Izquierda Unida viene potentona en los sondeos también. Es un poco el ahora o nunca para ella, dado que la circunscripción única le beneficia. El PSOE sopesa presentar a Elena Valenciano, que para unos es quitársela de enmedio y para otros (hay gente ´pa to´) presentar a lo mejor que tienen. Históricos como Jáuregui, sensato, cabal y honesto, habrían mostrado su inclinación a engrosar las listas. También Trinidad Jiménez y ahí está el jovial López Aguilar, con muchas posibilidades de encabezar la lista, aunque en los cenáculos políticos rebajan su jovialidad y frescura al quinto puesto. Nombres como se ve que si bien inclinan a pensar que los socialistas se toman en serio los comicios, también inducen a colegir que el zapaterismo sigue imperante. Esa es una objeción que bien puede poner el elector socialdemócrata bienpensante.

El PP calcula que se le han ido cientos de miles de votos a UPyD y a otros partidos (cientos de miles de intenciones de votos, mejor dicho) y el último sondeo publicado por El País hace una semana mostraba que el PSOE estaría en disposición de ganar unas elecciones generales con una ventaja de 1,5 puntos sobre el PP. Sería la segunda vez que los socialistas están por delante de los populares en esta legislatura, según la serie histórica de sondeos realizados por Metroscopia, aunque ahora de forma ligeramente más amplia. La otra ocasión fue en septiembre de 2013, pero entonces era por solo cuatro décimas. Y ahí está el tío de la foto en blanco y negro, Rubalcaba, que sin hacer nada ve como el propio PP y Gallardón enderezan el rumbo del socialismo que andaba relamiéndose sus heridas por la falta de un discurso sólido.