Lo último ha sido prohibir la manifestación de abertzales en Bilbao con el mal resultado de que al final los nacionalistas se han manifestado junto a los radicales. Eso es hacer un pan con unas tortas. Ahí el PNV también salió malparado porque no se debe ir en malas compañías que al final siempre salen rana. Los de Bildu quieren llevar al PNV al mismo huerto donde Esquerra ha llevado a CIU, pero los de Ajuria Enea son más listos que los del Palau de Sant Jordi. En cuanto a la decisión de nuestro ministro de Interior, Talleyrand le diría que lo suyo es peor que un crimen porque es una estupidez y los americanos le acusarían de dispararse un tiro en su propio pie, como los vaqueros bisoños que manejan mal el colt. ETA, totalmente derrotada por el estado de derecho, está dando pasos hacia su desaparición, y lo hace con torpeza, a su manera y a su ritmo. Nadie que viera el aquelarre de Durango y las caras largas que había puede pensar que allí se celebraba algo o que habían ganado algo. Ni la independencia, ni Navarra, ni Lapurdi. A ETA no hay que darle ni agua durante el proceso, todavía incompleto, pues le falta pedir perdón por todo el daño causado y entregar las armas, pero es torpe ponerle zancadillas y darle excusas.

El Partido Popular, que sustenta al Gobierno, en vez de enfrentar el escándalo Bárcenas, cortar un par de cabezas, reconocer lo que se haya hecho mal y corregir el rumbo, niega la mayor, destruye discos duros y regatea información al juez instructor. La actitud del PP es frustrante y desmovilizadora del voto de muchos españoles que ya perciben la corrupción como nuestro segundo problema tras el paro. Es una estrategia suicida. Puede que a corto plazo rinda réditos pero el daño que esta actitud soberbia y displicente hace a nuestra democracia, todavía muy joven e inmadura, es muy grande. La ministra de Sanidad, Ana Mato es otro mal ejemplo y contrasta con lo que acontece en países donde los ministros dimiten por copiar una tesis o mentir en un accidente de tráfico y con su dimisión refuerzan la democracia. ¡Qué envidia! Y que no me digan que PSOE, CIU o UGT tampoco tienen las manos limpias porque no las tienen...pero no están en el gobierno.

El ministro de Educación merece un párrafo aparte porque ha incurrido en el mismo pecado que todos sus predecesores, lo que se dice tropezar siete veces en la misma piedra, porque ya llevamos siete planes de Educación desde que nos hacemos las leyes en lugar de recibirlas. El señor Wert ha sido incapaz de acordar su reforma con la oposición, que ya ha anunciado que la echará para abajo en cuanto gobierne. Nuestros niños no se merecen este gobierno ni esta oposición. No es de recibo que la ley de Educación cambie cada vez que cambia el signo político del gobierno y que tengamos los alumnos peor preparados de la OCDE, los maestros menos estimulados y los peores resultados académicos. ¡Ninguna universidad española entre las cien mejores del mundo! Se les debería caer la cara de vergüenza a todos los responsables de este desaguisado. Para terminar de arreglarlo, el sr. Wert se ha enfrentado torpemente con las comunidades autónomas que tienen lengua propia co-oficial y ha metido la pata con las becas Erasmus. No hay quién dé más en menos tiempo.

Lo del aborto son ganas de meterse en otro jardín lleno de minas cuando ninguna falta hacía. La ley de plazos funcionaba bien, no se hablaba del asunto e incluso había disminuido el número de abortos. Ruiz Gallardón se va a dejar muchas plumas y lo que su imagen tuviera de liberal porque se ha aliado con los sectores más reaccionarios de su propio partido, donde los hay también que no están de acuerdo. El aborto no me parece un derecho porque es siempre un drama pero tampoco me parece que pueda ser penalizado y menos aún que el estado pueda meterse en un asunto que depende de la conciencia de cada uno y por eso lo que está haciendo el ministerio de Justicia no me parece bien y va a restar muchos apoyos a este gobierno. No son tiempos para intentar gobernar conciencias.

Otro que no puede quedar fuera de esta lista de pirómanos es el ministro de Industria que va dejando charcos allá por donde pasa. Su reforma de las tarifas de las renovables ha puesto de uñas a inversores nacionales e internacionales, que han demandado al gobierno por cambiarles las reglas del juego en mitad del partido. Tampoco ha sido brillante su comportamiento con el llamado déficit tarifario o al gestionar el precio de la luz, anulando ante el clamor social la subasta de diciembre (una subida del 11%) por supuestas irregularidades o indicios de manipulación que luego no se han comprobado por la CNMV y anunciando una reforma del sistema que nadie sabe cómo va a ser pero que previsiblemente no nos aclarará cómo se fijan estos precios. Con Soria no se hace la luz sino que aumentan las tinieblas de la improvisación y de la inseguridad jurídica.

Seguro que me dejo fuera a alguno más.

*Jorge Dezcállar es embajador de España en EEUU