Cuanto más lo miro menos lo entiendo porque, así visto en fotos o en la tele, este hombre me parece la antilujuria. Sarkozy es feo, sí, aunque tiene un punto canalla bastante morboso, pero ¿Hollande? Pues ahí está, el mayor seductor del país de los seductores montando una crisis de gobierno por sus escarceos amorosos que ha dado la vuelta al mundo, como se demostró el otro día cuando congregó a setecientos periodistas a una rueda de prensa convocada «para hablar de economía». Ya. El temita de la joven y bella amante del presidente francés no parece sino haber comenzado. Su aún pareja, mientras no se diga lo contrario, Valérie Trierweiler, con la que se lió tras separarse de Ségolène Royal, sigue ingresada en una clínica por el patatús que le dio el viernes al enterarse del affaire de Hollande con la actriz Julie Gayet, y eso que aún no se habían publicado los rumores de que ésta podría estar embarazada del presidente que están circulando por ahí en las últimas horas. Entre tanto, los de protocolo de la Casa Blanca deben tener los nervios aún peor que Royal preparando la visita del jefe de estado galo con... ¿quién? a Washington el 11 de febrero, es decir, ya. En Francia no se habla de otra cosa; la popularidad de Hollande está por los suelos, y los medios serios se han subido al carro rosa con la excusa del debate sobre la privacidad de sus líderes; una forma como otra de contar los trasiegos del mandatario sin revolverse demasiado en el lodo. Lo tiene complicado el presidente, porque a ver cómo se justifica utilizar a un guardaespaldas pagado con dinero público para que te suba los cruasanes al nidito de amor, o utilizar de picadero un apartamento propiedad de un actor vinculado con la mafia corsa. Ya me imagino la película: un líder político mujeriego y conquistador a quien los líos de faldas le cuestan el cargo; una joven actriz enamorada, o trepa, vaya usted a saber; una mujer dolida y despechada; una ex disfrutando con la caída del hombre que se la dejó tirada con sus cuatro hijos... la mafia por aquí, las escapadas en moto cubierto con una gabardina huyendo del Elíseo para reunirse con su amante por allá... Un filón. Lo que no sé es quién podría encarnar al casquivano protagonista porque como busquen a alguien parecido a Hollande, yo, al menos, no me la creo. Y es que, con todas las preguntas que suscita el temita, a mí la que más intriga me genera es: ¿Qué tiene este hombre de aspecto vulgar y anodino para levantar semejantes pasiones?