A ver qué jaculatoria emite este año el Foro Económico Mundial de Davos. Los allí reunidos suelen jugar al filantrocapitalismo con alguna beatería dedicada a la desigualdad, el hambre o el cambio climático. Pero resulta que la desigualdad ha tocado en 2013 su cima histórica, reduciendo a 85 personas la mitad de la riqueza mundial. En términos menos personalistas, el uno por ciento de la población mundial detenta -nunca mejor dicho- la mitad de los bienes de la tierra. El resto (más de seis mil millones de seres) nos repartimos la otra mitad. Intermon Oxfam acaba de difundir en un informe aterrador que los «davos-men» reconocen en ese abismo la mayor amenaza... para ellos. Se desploma el consumo de sus productos y servicios por empobrecimiento de las masas, se envenena y deteriora el medio ambiente y la dicotomía entre ricos más ricos y pobres más pobres amenaza la paz y la estabilidad.

Los políticos acuden como oyentes, a tomar nota de los proyectos y deseos de esa minoría que ya los suplanta en la dirección efectiva de la cosa pública. Probablemente la presencia de los españoles no empresarios les resultará incómoda, porque el año pasado fue este país, después de Letonia, el que más creció en desigualdad por efecto de la «devaluación interior» que mantiene en paro a seis millones de trabajadores, con menos renta familiar que nunca. Así no hay manera de redactar un comunicado «solidario» con mínimos de credibilidad en España y en estados con problemas similares. Pero es un hecho general que la crisis financiera no inflexiona, la economía está parada, no hay reactivación del empleo, los bancos no canalizan hacia la gente los ingentes ayudas que reciben, la esquilmación del trabajador desborda los límites del abuso, las atenciones sociales desaparecen, suben las cotizaciones, persisten las «sicávicas» figuras de elusión fiscal y la llamada «sociedad dual» de los pobres innumerables y los ricos selectos empieza a romper por la vía del disturbio.

Los pobres megamillonarios lo tienen crudo este año para ponerse tiernos con el común de los mortales y las heridas del planeta. China «solo» creció el 7,7% (telele en las bolsas), el Deutsche Bank perdió mil millones de euros el último trimestre y éstas son las realidades que cuentan para justificar nuevas vueltas de tuerca. Hace pocos días oí a Ramón Tamames decir que el agotamiento del petróleo es un cuento. Hay reservas de petróleo y de gas para muchos más años de los que puedan contar los «davos-men», sus hijos y sus nietos. Si es así, el modelo seguirá sin cambios. Y la señora Botella podrá solazarse en Davos, faltaría más. Por suerte mi padre también vaticinó que el vídeo Beta jamás desaparecería. Todavía hay esperanza.