Más paro, menos parados: qué cosas tiene la estadística. Según la Encuesta de Población Activa, en el último año la tasa de paro ha crecido en una centésima, pero el número de parados ha disminuido en 65.000 personas. ¿Por qué? Porque también se ha reducido la población activa, que es la referencia para calcular la tasa. La España laboral empequeñece: más de un cuarto de millón de personas en un año. Y la España que trabaja, también: 190.000 ocupados menos. Menos parados pero también menos ocupados es un mal negocio, porque la ocupación es la que lo sostiene todo. Los ocupados pagan sus facturas y las de los demás, sea por la vía directa o a través de los impuestos y las cotizaciones que alimentan al sistema público. Si la ocupación no crece, no salimos de esta.

Aunque también es cierto que se frena el ritmo de destrucción. En 2012 la caída del empleo fue de 850.000 personas. Pasar de esta cifra a «solo» 190.000 puede ser un cambio de tendencia, a condición de que la crisis esté realmente en vía de salida internacional. La destrucción de empleo se frenó en 2010 respecto al 2009, pero luego volvió a la carga porque la crisis, a lo que parece, tenía forma de W. Ahora estaríamos saliendo de la segunda V, aunque Oli Rehn dice que nos llevará diez años recuperar las tasas de empleo que teníamos antes del estallido de la burbuja. El camino puede ser largo y doloroso, y pasar por sendas inciertas.

¿Saben dónde ha creado empleo? En la agricultura. No en términos relativos, sino absolutos: mientras el conjunto de la economía pierde 199.000 puestos de trabajo, la agricultura gana 7.000. Las mayores pérdidas se registran en los sectores de servicios y construcción. Los que demandaban menores cualificaciones profesionales. ¿Se están transformando en campesinos los peones de albañil y los reponedores de lineal de hipermercado? Otra senda incierta: se han creado 140.000 puestos de trabajo a tiempo parcial mientras se destruían 339.000 empleos a tiempo completo. Hagamos converger las dos sendas y nos encontraremos con que la flecha señala hacia un país de trabajadores agrarios a tiempo parcial. O sea, jornaleros. Una salida bastante lejana del tan caraceado cambio de paradigma hacia sectores de mayor valor añadido. Pero algo habrá que hacer con los campos cuando quiten las placas solares.

La Junta de Andalucía apuesta por el sector de la construcción para atajar sus grandes cifras de desempleo, se recibe como agua de mayo el recuento anual de turistas y crece la ocupación agraria: jornaleros, peones y camareros. Sólidas bases.