La no conversión del Real Madrid y el FC Barcelona en Sociedades Anónimas les ha supuesto una investigación por parte de la Comisión Europea. Pero al margen los posibles beneficios fiscales investigados por las gentes del comisario Almunia, sí es cierto que al tratarse de «simples» clubes de fútbol sus directivos deben dar cuenta a sus socios y no a sus accionistas. Y los socios, que no arriesgan dinero alguno, son más fáciles de contentar. Basta un buen fichaje para relanzar las ilusiones, para olvidar fracasos, para sanar heridas por profundas y sangrantes que fueran.

Profunda y sangrante fue la eliminación la pasada campaña del Barcelona a manos del Bayern Múnich de Jupp Heynckes en la Liga de Campeones. 4-0 en tierras bávaras, 0-3 en el Camp Nou. Ni siquiera la consecución de la segunda Liga de los cien puntos tras la lograda el año anterior por el Madrid de Mourinho podía taponar el boquete y Sandro Rosell, el presidente barcelonista, encontró en Brasil la pócima mágica: Neymar da Silva Santos Júnior. La relación de Neymar con el FC Barcelona había comenzado dos años antes, en el verano de 2011, pero curiosamente entonces era el Real Madrid quien estaba mejor posicionado para hacerse con los servicios de la aún promesa brasileña. Rosell encontró entonces un atajo para llegar al jugador antes que Florentino Pérez: Neymar Da Silva Senior, el padre y representante del futbolista, a quien el presidente azulgrana convertía en una especie de ojeador del Barcelona para Brasil a cambio de nada menos que 10 millones de euros. En realidad, un pago a cuenta del contrato final. Un contrato rubricado realizado el pasado junio, un año antes de que el jugador finalizara su contrato con el Santos, lo que hubiera rebajado considerablemente el importe de la operación. Pero el Barcelona no podía esperar ese año pues necesitaba taponar la herida del Bayern. De la urgencias del Barcelona sacaron provecho entonces tanto el Santos como los Neymar. Hasta nueve contratos, según se ha sabido ahora tras admitir el juez Ruz la querella de un socio azulgrana contra Rosell por supuesta administración desleal del club, firmó Rosell con el Santos y con los Neymar que «engordan» la cifra oficial de 57 millones de coste de la operación a los más de cien que se manejan.

El fichaje de Neymar por el Barcelona provocó, por lo demás, el habitual efecto dominó entre los «grandes». El Real Madrid necesitaba mover ficha para compensar a sus propios socios del últimos año en blanco de la «era Mourinho» y minimizar el efecto de la llegada de Neymar al Camp Nou y esa no fue otra que la operación de llevar al galés Gareth Bale al Bernabeú. Y ahora que en Barcelona se apunta al club blanco como el filtrador de las cifras reales del fichaje de Neymar y el instigador en la sombre de la querella contra Rosell, desde la misma Ciudad Condal se apunta que la «operación Bale» alcanzó un montante global de 265 millones de euros incluyendo traspaso, ficha, comisiones, seguros...

Cifras, las de Neymar y las de Bale, mareantes; cifras que sólo pueden permitirse dos clubes como Barcaelona y Real Madrid, que al margen de gozar de unos contratos televisivos excepcionales, son también los clubes con más ingresos del mundo. Pero una cosa es que puedan gastarse ese dinero, y otra que oculten las cifras. Y da igual que sean socios o accionistas. Porque puede que por el camino no se cayera ninguno de los muchos millones de ambas operaciones, pero la falta de transparencia invita a malpensar que sí lo hicieron.