Con motivo de la celebración de la Copa del Rey de baloncesto en nuestra ciudad, hemos comprobado el enorme montaje y espectáculo que rodea a esta competición. Málaga, como todos sabíamos, ha estado a la altura del evento. Y es que tenemos un Palacio de los Deportes de los mejores de España, una ciudad que no para de avanzar en su oferta cultural y gastronómica, una climatología que todos envidian y que permite hasta montar una pista oficial al aire libre en el Muelle Uno para disputar partidos de la Minicopa. Pero por encima de todo, los malagueños que, con ese carácter que nos define, somos perfectos anfitriones para todos los foráneos que han aprovechado la Copa del Rey para visitarnos.

La Copa, copiada por muchas otras ligas de otros países, monta alrededor de la propia competición toda una parafernalia increíble. En el Muelle Uno, además de esa pista oficial, han organizado una serie de actividades muy atractivas para hacer disfrutar con el baloncesto a pequeños y mayores. También se han organizado diferentes jornadas y conferencias con motivo de esta Copa en el Centro de Arte Contemporáneo y el Cine Albéniz, por ejemplo.

En el Carpena el espectáculo fue enorme. El aforo lleno con un ambiente propicio para ir con toda la familia; ocho aficiones, vestidas cada una con sus colores, que no paran de animar a su equipo vayan ganando o perdiendo, o aunque no juegue su equipo. Y lo hacen con el mayor respeto entre unos y otros, sin necesidad de buscar bronca sino todo lo contrario, haciendo amistades que después perduran para volver a verse el año que viene en la ciudad que organice la próxima Copa; conciertos en directo en el descanso; un dj pinchando música de nivel como The Cure o Franz Ferdinand; diferentes concursos organizados por los importantes patrocinadores que tiene la competición; un grupo de cheer leaders que no tienen nada que envidiar a los de la NBA por su vestuario y la sincronización de sus coreografías; y en la pista ocho equipos que dieron un fantástico espectáculo, cada uno con sus armas, sus tácticas y sus diferentes formas de jugar al mismo deporte, todas divertidas de ver; entrenadores que hacen declaraciones minutos antes de comenzar los partidos y que permiten oír sus instrucciones en los tiempos muertos; y todo rodeado de pasión, nerviosismo, ilusión, ambición, ganas de ser campeón y también desilusión, decepción o lágrimas por quedar eliminado.

Un espectáculo cuya señal televisiva se vende a otros países porque tienen audiencias que atraen anunciantes. Importantes patrocinadores que quieren estar presentes aportando el canon establecido para que el nombre de su empresa se vea ligado a este evento. Hasta Diputación, Ayuntamiento y Junta de Andalucía se han puesto de acuerdo para traer la organización de la Copa del Rey a Málaga en dura pugna con otras ciudades porque tienen claro que los beneficios que van a obtener estos días estas organizaciones públicas y la ciudad son mucho mayores que los gastos que ocasiona.

Es evidente que esta competición organizada por la ACB donde compiten equipos ACB tiene mercado. Por esto no puedo entender (quizás amo demasiado este deporte y no soy objetivo) que el baloncesto ACB no sea un producto que se pueda vender, que tenga clientes, que sea negocio. El problema es vender el producto y cómo venderlo, pero el producto tiene atractivo. El problema es cómo extrapolar el producto Copa del Rey a la Liga ACB, para que también interese a público, televisiones y patrocinadores. El problema es cómo rodear a los partidos de ACB de un espectáculo que atraiga a todos ellos. El problema es cómo complementar el espectáculo que dentro de la cancha ya ofrecen los equipos que disputan el partido. El problema es que todos (jugadores, entrenadores y clubes) deben hacer lo posible para fomentar el espectáculo y acercarse a los aficionados. La solución es que las personas que quieran dirigir la ACB dejen de estar preocupados por servirse del cargo y tengan como único objetivo servir a la organización para vender el producto, con ilusión, imaginación y trabajo porque producto hay, estos días lo hemos comprobado. Y del bueno.