De las pocas cosas que tengo escasas dudas es del cambio de imagen que ha tenido Málaga en los últimos años, pasando de una ciudad hecha a trozos y deslavazada como consecuencia del desarrollismo abrupto de los sesenta y setenta, con una escasa identidad simbólica, a ser una ciudad europea atractiva y amable, elogiada por los numerosos responsables de proyectos internacionales que vienen habitualmente desde el norte de Europa, hasta el Riff, y desde el otro lado del Atlántico.

El mayor cambio se ha producido no en el centro de la ciudad, si no en los barrios, aquellos que cuando comenzamos el Plan General de Ordenación Urbana de 1983 tenían calles de terrizo y se convertían en lodazales en el otoño. Su elevada densidad de población ha permitido como contrapunto, que tengan complejidad urbana y vida en las calles, cuestiones de las que no pueden presumir las urbanizaciones más recientes.

La recuperación del Centro Histórico, la Ciudad Antigua, los Arrabales y Muelle Heredia (Soho) es posiblemente la imagen más potente ya que se corresponde con la referencia patrimonial de la ciudad. Hace ahora veinte años, cuando comenzó el primer Urban con ayudas de fondos europeos, pocos podían pensar en que el área principal de la ciudad, un espacio fuertemente degradado tuviese un cambio tan radical en su imagen urbana. Cerca de 50 calles y plazas han sido rehabilitadas, y la oferta cultural, la patrimonial histórica y la nueva museística han quintuplicado el número de turistas.

No todo son luces, todavía quedan zonas donde hay que seguir trabajando al norte de Carreterías y en el eje que conduce a Lagunillas. El aumento de visitantes del Centro crea nuevos problemas a los que hay que dar solución para mantener la calidad de vida de los residentes. La capacidad de carga de la ciudad antigua debe mantener un equilibrio a veces difícil de mantener.

Europa ha contribuido también en otras actuaciones importantes, la construcción y recuperación de parques, Huelin, el Morlaco, Gribalfaro (que pide una nueva intervención), San Miguel, la Concepción, la depuradora del Peñón del Cuervo, actuaciones en Trinidad-Perchel, el Ejido o la Palma, o acciones en movilidad sostenible.

Y aquellas que se ven físicamente poco, pero que son muy efectivas y tienen que ver con el fomento de la formación y el empleo, con las ayudas a comercios y empresas, con educación ambiental en colegios, la promoción de la inclusión social, la incorporación de nuevas tecnologías y la sociedad de la información, la idea de sostenibilidad de la Agenda 21 y la promoción exterior de la ciudad.

La ayuda de Europa ha sido y seguirá siendo importante ya que Andalucía sigue siendo una región de «convergencia» al tener una renta disponible inferior al 75% de la media europea, pero al mismo tiempo hay que reconocer la voluntad y la capacidad de inversión que el Ayuntamiento ha dedicado a la ciudad en todos estos años. A veces se puede pensar que la ayuda europea es la que financia por si sola los proyectos, y ello es un error, ayuda a financiarlos, lo que no deja tampoco de ser muy importante.

*Marín Cots es responsable de Programas Europeos-OMAU