Me has herido, lo que dijiste me ha hecho sentir que no me respetas».

Había faltado a ese valor tan importante para mí con alguien a quien quiero. Yo, que considero que uno de mis valores principales es el respeto, había fallado a esa persona precisamente traicionando uno de los principios más valiosos para mí.

No me di cuenta de lo que decía, ni de la forma en que lo hacía, pero lo cierto es que mis palabras calaron hondo en esa persona, que se sintió herida, ofendida, maltratada.

Descubrir que has hecho daño es doloroso, más aún cuando no lo haces de manera consciente, sino que es el resultado de actuar precipitadamente, de manera impulsiva, sin empatía y sin pensar en los sentimientos de los demás.

Las personas impulsivas actuamos antes de pensar y, a veces, ya es demasiado tarde para reflexionar pues el daño ya está hecho. Podemos no tener mala intención, es lo más probable, pero nuestra «torpeza» nos lleva a ser bruscos en nuestro lenguaje e incluso en nuestra corporalidad. Nos lleva a comportarnos de manera poco correcta, aún sin ser esa nuestra intención. Y lo que es peor, a hacer daño a las personas a las que queremos y con las que más confianza tenemos. A nuestros Amigos del alma.

«¿En qué estaba pensando cuando lo dije?»

Desde luego, no en la persona que me escuchaba, eso seguro. Pensaría en mi mismo. Pero ¿me paré en algún momento a pensar cómo podría recibirlo ella?, ¿cómo podría interpretar esa brusquedad, esa falta de tacto, esas palabras?

«Yo no tenía intención de hacerle daño». Pensé.

Seguro que es cierto. No se me ocurrían excusas, argumentos, justificaciones, porque ciertamente no había previsto las consecuencias de mis palabras y mis actos. Pero el daño estaba hecho.

¿Y ahora qué? Una vez que fui consciente de mi error, de mi torpeza, de mi brusquedad, ¿qué podía hacer? Era imposible comportarse como si no hubiera ocurrido, no podía borrar lo que había hecho, como si de una pizarra se tratara.

Arrepentimiento. Lo primero es reconocer que mi actuación puede haber producido malestar en el otro. Aunque fuera una interpretación de esa persona sobre un comportamiento, lo cierto es que el daño lo estaba causando, con intención o sin ella. Pedir disculpas por lo que le hubiera molestado es el primer paso.

Arrepentirse es algo que nos cuesta. El arrepentimiento es una emoción amarga, y hay personas que incluso prefieren evitar la acción para no tener que arrepentirse de ello. Sin embargo, con esta actitud pierden la posibilidad de aprender. Es preferible arrepentirse de algo que has hecho, aunque el resultado no fuera positivo, que arrepentirse de no haberlo intentado.

En segundo lugar, aprender; identificar el error para actuar de forma diferente la próxima vez que ocurra una situación similar. Debo ser consciente de que esto puede ocurrir y prever un comportamiento distinto, sobre todo, pensar antes de hablar o actuar, teniendo en cuenta cómo podría recibir esa persona mi reacción, mi comentario, mi argumentación, evitando herirle.

Empatía. No todo el mundo recibe nuestros actos de la misma forma, depende de muchos aspectos; de su mapa mental, de su temperamento, de su cultura. Por eso es importante la empatía, ponernos en el lugar del otro e identificar cómo puede sentirse. De esa manera podremos calibrar nuestra conducta antes de actuar.

Todo esto sirvió a la persona de nuestra historia. Se dio cuenta de cosas de las que no era consciente; o en caso de que lo fuera sin calibrar de una manera fehaciente el daño que pudiera llegar a causar en otra persona.

Pero lo más doloroso fue descubrir que estaba haciendo precisamente lo que más criticaba en los demás, lo que decía no soportar del otro. Se dio cuenta de que estaba proyectando lo que más le molestaba de los demás. Aquello que le alteraba, contra lo que luchaba, lo estaba protagonizando él mismo con su comportamiento.

Las decepciones con nosotros mismos son duras, dolorosas, pero ser consciente de ello es un acto de humildad y de aprendizaje. No somos seres perfectos, nos equivocamos a menudo, pero de ello aprendemos y con los errores contribuimos a nuestro desarrollo. Perdónate el error y date una nueva oportunidad para hacerlo mejor.

*Pilar Malpartida Socia directora de Picuality Recursos Humanos

@pilarmalp