Todo el mundo esperando que se vayan Del Bosque, Xavi y Casillas, y al final se van Rubalcaba y Damián Caneda. Aunque parezca mentira, desde hace dos semanas pasan cosas en sitios distintos a Curitiba, Sao Paulo y demás localidades brasileñas donde se está disputando ese Mundial de fútbol que muchos intentamos olvidar prontito, por aquello del fracaso de La Roja. Mientras el balón gira y gira hacia el 13 de julio, ayer el metro daba otro pasito -aunque todavía está parado en la cochera-, al hacerse públicos los precios, los transbordos, los viajeros que va a tener este año, dónde se van a subir, cómo se van a sentar... pero lo importante, que es saber desde cuándo, ni flores. Nos enteraremos unas horas antes, como el alcalde Francisco de la Torre de la dimisión del concejal Caneda; así, como quien no quiere la cosa...

Y también como quien no quiere la cosa, y con la inercia monárquica y constitucional que llevamos desde hace semanas, hace unos días se aprobaba en la Comisión de Justicia del Congreso el aforamiento deprisa y corriendo, por lo que pueda pasar, del rey don Juan Carlos, con los votos en solitario del PP, cuyo portavoz de Justicia se quedó tan pancho al soltar en la reunión que la protección jurídica del ya exmonarca es «oportuna y necesaria, por la impagable deuda de gratitud» que se le debe al Borbón. ¿Aforarán también a Rubalcaba, tras 20 años de labor política del país, o sólo el jefe de Estado es merecedor de la futura impunidad ante la Ley, tras un reinado salpicado por elefantes, Corinas y Nóos?

No me quiero calentar, hablemos de fútbol. Y de como una ida de cabeza (una más) de un excepcional futbolista como Luis Suárez ha generado un debate global en el que todo el mundo, hasta los odontólogos, tienen algo que decir. Debate, y sanción, excesivos, porque no me veo a ninguna víctima del canibalismo del uruguayo perdiéndose cuatro meses de competición por una dentellada, mientras que salvajadas con tacos y a la altura del menisco no tienen más sanción que una amarilla. En fin, que a ver si pasa el metro, que llego tarde.