El Rey dimite como Rey. Magdalena Álvarez como reina, del BEI, que es casi lo mismo que ser vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones según sus detractores. Rubalcaba dimite como diputado tras 21 años siéndolo, y aunque su presencia en el PSOE era estelar no llegó a estrella. Willy Meyer dimite como eurodiputado de la izquierda tras conocerse que su fondo de pensiones es de derechas. Prandelli, el entrenador de la selección italiana de fútbol, dimite tras la eliminación de su equipo en el Mundial de Brasil. También han dimitido por la misma razón Luis Suárez (el técnico de la selección de Honduras, no el delantero mordedor de la selección uruguaya) y otros…

Archidona y Málaga

Por estos lares el bueno de Manuel Sánchez, alcalde de Archidona, dimite tras 11 años en la alcaldía. Y el independiente popular Damián Caneda dimite como concejal de Cultura y Deportes y teniente alcalde en Málaga. Tanta dimisión en cadena me hace escribir con cierto sobresalto, mirando constantemente la última hora de las agencias, no vaya a ser que me dimita alguien encima mientras escribo. Incluso estoy tentado de dimitir yo con tanta dimisión en el ambiente, pero no sé de qué. Es tan inhabitual, estamos tan desacostumbrados a que nadie deje el sillón si no es por una cuestión de salud, y grave, que preguntamos una y otra vez los porqués, no sólo por conocer las causas, sino ante el estupor de no habernos enfrentado a esto casi nunca, por muchos años que algunos llevemos ya preguntando.

Duelo en Palma

Tampoco está uno muy habituado a ser espectador de la refriega pública entre un fiscal y un juez. Una discusión que es más que una disensión legal. Es una pelea. Resulta brutal el alegato de Horrach al juez Castro por su imputación de la hermana del Rey proscrita en las fotos oficiales. Se ha pasado tanto de frenada el fiscal, que Castro le ha retado a querellarse contra él por prevaricación con los medios de comunicación como testigos de armas. El duelo público tiene su calado, no sólo por el posible juicio a la Infanta Cristina por dos delitos fiscales y uno de blanqueo de capital, sino por la vieja amistad que unía a los duelistas. Ambos son gente temida a la hora de emplearse a fondo en su trabajo y no dejar cabos sueltos. Ambos fueron a cuatro manos combatiendo la corrupción institucionalizada en Baleares.

Juez y fiscal

Pero un día llegó hasta los juzgados de Palma la alargada sombra de la Casa Real. Y deslizándose por las flores de lis de su escudo se les apareció un tal Urdangarin con su refulgente concha de caracol en la espalda, y sobre ella impreso el membrete de la realeza en su torbellino de colores. Al ex jugador de balonmano se le imputan nueve delitos: malversación, prevaricación, falsedad documental, tráfico de influencias, falsificación, estafa, fraude a la Administración y dos delitos fiscales. El juez entiende que tres de ellos pudo cometerlos con la participación de su mujer. El fiscal viene a entender que por amor la Infanta confió ciegamente en su marido, pero aunque se beneficiara de los réditos ilegales de sus presuntos delitos no participó en su cometido.

Dilema real

En todo caso, lo que le llega al pueblo llano, cada vez más montañoso a la hora de asumir sin más el tsunami cotidiano de corruptela y desigualdad, es que al juez Castro le han permitido la foto de la ausencia de la Infanta en la proclamación de Felipe VI, pero no más. Lo que cree la gente castigada por la crisis, y por la incapacidad de sus políticos para defenderla de sus estragos, mientras ven cómo unos pocos menos se siguen forrando cada vez más a costa de todos, es que no se va a permitir una futurible foto de la Infanta sentada en el banquillo de los acusados. Pero jugando a hacer hipótesis improbables: si la Infanta fuera juzgada, Dios no lo quiera, y tras el juicio fuera declarada culpable de algunos de sus presuntos delitos, ¿también el fiscal Horrach dimitiría?

Cobrar por transbordar

Quizá sea el calor que me produjo sentarme un minuto en uno de los mamotretos de cemento que han puesto en la plaza de Camas, en pleno casco histórico de Málaga, pero entiendo a quienes se plantean salir corriendo, aunque sea haciendo footing. Entran ganas de subirse en un tren y ¡ala! Por 1,35 euros nos podremos subir en un vagón del metro el mes que viene. Aunque no iremos muy lejos. Y menos si nos cobran por hacer transbordo, 0,56 céntimos. Eso no ocurre en ningún sitio aunque transbordes diez veces. Para colmo aquí sólo podríamos transbordar una.

Viajando en libro

Hay otra manera de viajar más lejos y es mucho más rentable. Leer. Ha dimitido de la vida, a una edad razonable, 88 años, la preciosa escritora Ana María Matute: «El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad». Sí, maestra, cada vez más. Descansa en paz… Porque Hoy es Sábado.