Imagínese el lector a España trufada de centros de escucha y espionaje en lugares tan distintos como Gijón, Málaga, Madrid, Vigo, Zamora, Santa Cruz de Tenerife.

Pues eso es más o menos lo que ocurre en Alemania con el espionaje estadounidense, según revela el semanario Der Spiegel basándose en datos proporcionados por el ex colaborador de los servicios secretos de ese país Edward Snowden.

Alemania, el país derrotado en la Segunda Guerra Mundial y luego ocupado durante años por las potencias vencedoras, es hoy para las antenas de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA) un país clave desde donde espiar no sólo lo que ocurre en Europa sino también en África y Oriente Próximo.

Los norteamericanos mantienen centros de escucha y análisis de datos en localidades como Griesheim, Wiesbaden, Frankfurt, Stuttgart y por supuesto la capital, Berlín, donde se espía desde la propia embajada de Estados Unidos, a pocos metros de la cancillería federal y el Parlamento.

La instalación de escucha más importante de todas las que EEUU mantiene en el Viejo Continente se encuentra en un barrio de Maguncia (Mainz-Kastel). Oficialmente se conoce como el European Technical Center (ETC), y fue ampliada en los últimos años.

Pero, siempre según los datos obtenidos por Der Spiegel, se prepara otra aún más moderna y capaz de mayores prestaciones, albergada por el cuartel Clay en un barrio de Wiesbaden.

Allí se construye actualmente el «Consolidated Intelligence Center», un proyecto de 124 millones de dólares, a la que se trasladarán muchos de los especialistas de Mainz-Kastel.

La creación en Alemania, y concretamente en el cuartel del Ejército estadounidense en Griesheim, cerca de Darmstadt, de la más importante estación de espionaje en Europa en la NSA, la sellaron con su firma en marzo de 2004 dos generales de la superpotencia.

Se trataba sobre todo de apoyar allí a los gobiernos africanos a asegurar sus fronteras y garantizar de paso que ninguno de ellos se convirtiera en santuario de organizaciones terroristas.

La pregunta que se hace sobre todo la izquierda en Alemania es si este país se ha convertido en una imprescindible cabeza de puente para operaciones antiterroristas de Estados Unidos que incluyen el empleo de los llamados drones (aviones no tripulados).

Los norteamericanos parten de la sospecha, confirmada por algunas detenciones, de que muchos terroristas hacen alguna parada en Europa y para su vigilancia cuentan también con la colaboración de otros servicios secretos, en especial los británicos.

En 2011 trabajaban en el centro próximo a Darmstadt nada menos que 250 analistas de los servicios secretos, entre militares y civiles, dedicados todos ellos a interceptar y valorar todo tipo de comunicaciones.

Esas instalaciones se han rebautizado con el nombre de «Centro Europeo de Criptología» y desde hace tres años acogen también el Centro de Operaciones sobre Amenazas (Threat OperationsCenter) de la NSA.

El historiador alemán Josef Foschepoth afirma que la amistad germano-norteamericana ha permitido operaciones de espionaje de EEUU sin control ni supervisión alguna por parte de Berlín.

Y ahora, después de que se revelase que el teléfono móvil de la propia canciller federal Angela Merkel había sido blanco del espionaje de EEUU, Der Spiegel insta al Gobierno a confirmar si el espionaje de los ciudadanos de este país se realizan con o sin conocimiento de sus autoridades.

La canciller federal ha jurado defender la ley fundamental, y ésta prohíbe el espionaje contra Alemania, y los derechos fundamentales de los alemanes no son flexibles al punto de depender de «cómo estén las relaciones entre los dos países», editorializa el semanario.