Podemos... y debemos

A veces nos autoconvencemos de que el destino está condicionando negativamente nuestras vidas y no luchamos lo suficiente por lo que cabe considerar son nuestros derechos. Desde aquí, propongo no resignarse y manifestarse abiertamente con el aliciente de saber que estamos dedicando una parte de nuestro tiempo en mejorar la sociedad. Siento insatisfacción cuando voy por la calle o leo el periódico y me encuentro con la parte más grosera de la palabra crisis, que si bien a veces se utiliza frívolamente para atacar al adversario político, las más de las veces nos permite señalar a un número significativo de ciudadanos que la padecen en su cruda realidad. Creo que no podemos consentir que con la disculpa de la crisis se esté desmantelado el Estado del bienestar, que costó sangre sudor y lágrimas y es por lo tanto un derecho adquirido al que no podemos renunciar. La sociedad en general tiene que rebelarse contra todo tipo de abusos con el fin de impedir que se nos siga esquilmando impunemente. En particular, los más jóvenes, que tienen un alto porcentaje de parados en sus filas y que siempre han sido la vanguardia de la lucha contra todo tipo de exclusión y opresión. Está muy claro que quienes detentan el poder o quienes les alcahuetan no piensan ni mucho menos en el ciudadano de a pie, sino que más bien están preocupados en defender sus intereses y los intereses de sus amigos, los poderosos. Son las reiteradas agresiones que estamos sufriendo en nuestras conquistas sociales y laborales y ya va siendo hora de parar las brutales especulaciones de estos desalmados impidiendo que nos despojen de lo poco que nos queda. ¿Acaso piensa esa juventud que nos ha sido regalado? En estos momentos parece que muchos no se han enterado aún de lo que está sucediendo a su alrededor. Pero ¿han reflexionado sobre el futuro? Creo que la revolución social sigue siendo nuestra asignatura pendiente.

Luis Enrique Veiga Rodríguez. Málaga