Todos los domingos son Fellini. Un día para sentirse cada cual a su aire en las azoteas del verano donde toman el sol hermosas mujeres a las que pedirle el teléfono. Una jornada particular en la que no comprometerse con nada y bañarse de noche con el deseo dentro de una fuente. Una moneda sobre el hombro y un beso por delante. La dolce vita en los labios y la mirada hasta las doce. Sin tener que sentarse delante de la máquina de escribir, aunque sea en la terraza de un chiringuito de mañana. El lunes dejaremos de ser el joven motorista corriendo desde el faro hacia ninguna parte y los pechos de la estanquera no serán el sueño infantil en el que refugiarse traviesos y cálidos. Habrá que volver a la strada y escribir con neorralismo acerca de la realidad que huele cada vez más a calamares a la romana. La ética en rodajas y enharinada en aceite hirviendo. Un plato que en nuestro país se ha convertido en la fritanga que dora las ruedas de molino. Da igual que sean las de la semana pasada. Les echan un poco de limón y sal y nos la sirven en el plato con ese sabor gomoso, de pescado congelado y revuelto en un caldo hirviendo y quemado.

Calamares a la romana como la familia Pujol que fue célebre Honorable, salvador con pactos de la economía catalana y española, fuese quién fuese el gobierno adversario de Madrid y que ahora admite haber escamoteado una herencia en un paraíso fiscal. Su gesto permite entender mejor aquel gesto suyo, tan napoleónico, de subir los impuestos con una mano y esconder la otra dentro de la chaqueta. Una herencia del padre dice el padre Pujol que es otra manera de llamar al dinero que fue independizando para su familia durante la década al frente de CIU y en la que su consorte Ferrusola abría gimnasios femeninos de lujo en Barcelona. No es extraño que sus hijos tampoco hayan sido Hacienda y se convirtiesen en excursionistas rumbo Andorra en busca de tabaco y algún capricho de privado. Confiesa que ha vivido Pujol en un rapto nerudiano porque el delito ha prescrito y tal vez convencido de que si tuviese que ser juzgado lo sería por el tribunal de una nación a la que siempre defendió dinero hacia fuera.

Calamares a la romana es la moral calvianera que culpa a la empresa promotora Carnage de la nefasta imagen de la población de Magaluf, el edén hortera de las orgías sexuales de la juventud inglesa que, desde hace algo más de una década, acude a practicar los peligros del balconing sobre las piscinas azules de Hockney, las desmedidas excursiones etílicas o al igual que la joven inglesa de 18 años, inmortalizada en un video popular, a practicar felaciones exprés a 24 individuos a cambio de alcohol gratis durante todas sus vacaciones. Un escándalo que ha provocado un par de portadas del amarillismo que carga contra los 500 metros de la calle Punta Ballena en la que naufragan sus hijos, sin reflexionar por qué los finales de curso no son un viaje cultural a la Roma de Fellini, al Paris de Hemingway o a la España de Lord Byron. Tampoco acerca de las causas del all you cand drink de sus ávidos adolescentes. La misma actitud hipócrita de los locales de pub crawling y mamading y de la política local que obtienen beneficios de esta barra libre del desenfrenado turismo sexual.

Calamares a la romana en las bandejas de la ONU que ha decidido condenar los más de 2.100 bombardeos de Israel a Gaza en los que han perdido la vida más de 650 palestinos, en su mayoría civiles y niños , y 140 mil personas han tenido que abandonar sus hogares. Un precio al que sumarle por supuesto los 25 soldados israelís fallecidos en esta vieja contienda desigual de David contra Goliat. Demasiadas víctimas y desgarradoras imágenes de la inocencia abatida han tenido que verse en prime time para que la política diplomática actúe. Aunque un alto el fuego y una condena no servirán de nada mientras no se solucione definitivamente el desgarro y se castigue el fundamentalismo de uno y otro bando, y los civiles dejen de ser rehenes de cualquier conflicto armado.

Calamares a la romana son también las cifras celebradas por la ministra de Trabajo al certificar el alza de la creación de empleo, sin especificar los millones de larga duración instalados en la desesperanza, el crecimiento de la precariedad en sueldos y horarios provocados por el aumento del subempleo existente y el aumento de parados entre los mayores de cincuenta años. Sin hablar, una vez más de la diferente contabilidad real de la EPA y la que utiliza la Seguridad Social para que uno más uno sean más de dos. Unos datos que según el presidente de la CEOE serían mejores si se le restasen derechos a los contratos indefinidos para compensar los temporales. Y más calamares a la romana con la campaña que prosigue contra Podemos, enemigo público número 1 para la política del catecismo conservador y el socialismo que vuelve a fracturarse en poderes de familias sin reflexionar sobre que el problema no es ni está en Podemos.

Todos los domingos son Fellini. El día que descanso de buscarle metáforas al olor a fritanga de la realidad y me refugio en mi habitación propia de la cultura. Igual que hoy, al entrar en la que la National Portrait Gallery de Londres ha abierto para que sepamos más de Virginia Woolf. Pensar es mi lucha, escribió antes de meterse piedras en la ropa y hundirse en un río el día que no pudo soportar más que su vida oliese a calamares a la romana.