El viernes pasado decidí acudir a dos poblados chabolistas. A pie. Estaban a no más de 400 metros de donde vivo. Escondidos, eso sí. Quería verlos con mis propios ojos desde que había escuchado hablar de ellos en una reunión que con mi partido tuve con una asociación de vecinos de la zona, unas semanas antes. Hablo de Sacaba, al final de calle Pacífico, en el Camino de La Térmica. Nos comentaron que no molestaban a nadie, que no generaban ningún problema. Eso sí, mostraban su preocupación por el estado en que se encontraba uno de los recintos que ocupaban (propiedad de Repsol Butano) y las consecuencias que para la salubridad del vecindario podían suponer.

Yo de pocas cosas me sorprendo ya -pero me ocurrió-. Por mi profesión, y por los vaivenes que nos da la vida, he visto de todo ya, o casi de todo. No en vano hice la EGB en un colegio desde cuyo patio pudieron verse por casi más de 20 años las chabolas de la barriada de Portada Alta.

Cuando en los libros de texto dejamos de leer aquello de «España es un país en vías de desarrollo», para poder leer «España es un país desarrollado», aquél poblado se desmanteló.

Hubo de esperarse no obstante, hasta 1997, para que se aprobara un Plan de Erradicación del chabolismo en Andalucía.

Y no pasó ni un año, cuando en un diario de tirada nacional, el entonces consejero de la Presidencia de la Junta, Gaspar Zarrías, ya afirmaba ufano (26-5-1998) que «en un plazo de 3 años se erradicaría el chabolismo en Málaga».

Como os digo y es de ver y puede comprobarse, estamos a mitad de 2014 y no ha sido así. El otrora Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, presentó hace ahora 9 años un aplastante informe que denunciaba el fracaso de dicho plan afirmando que no había conseguido la erradicación de todos los asentamientos y que su eficacia había sido extremadamente limitada a la hora de ejercer la tutela social que debía acompañar cualquier actuación. Y concluía soltando como una pesada losa de plomo, que «la mayor parte de las actuaciones que se habían hecho hasta entonces contra el chabolismo no habían estado motivadas por la solidaridad ni por una planificación contra esta lacra, sino por motivos de desarrollo urbanístico». Ahí va eso. Al no haber ladrillo ahora, no hay urgencia para acabar con los asentamientos.

Detrás de la rotonda de Sacaba, a escasos metros de las playas de La Misericordia donde muchos nos bañamos, hay personas viviendo en chabolas: Sobreviviendo, porque vivir es otra cosa. Con su autorización, colgué en mi perfil de Twitter algunas de las fotos que tomé mientras con quienes allí hablaba porque no pude reprimir mi indignación. Magrebíes, rumanos…; y también malagueños que jamás imaginaron verse en dichas condiciones; rodeados de escombros, basura, chatarra, cartones, (mosquitos y ratas me contaron también) sin luz ni agua corriente.

Para asearse han de ir a las duchas de la playa. Aun en pleno invierno. Para conseguir agua la toman en garrafas de un surtidor sin contador en plena calle con la puerta reventada y, si aún sigue así, a la vista de los trabajadores de Emasa y de cualquier viandante es, porque me atrevo a creer que por solidaridad y humanidad, éstos se lo permiten. Afortunadamente.

Abdelhakim B., de 57 años, natural de Marrakech, hombre cabal y de exquisita educación, me explicaba aún montado en la bicicleta en la que traía dos bolsas de plástico llenas de ropa recogida en la basura, que antes de verse viviendo entre tablas y cartones trabajó en el campo 17 años desde que llegó a España. Y que en 2004, hasta 2009 en que la crisis también se lo llevó por delante, hizo lo mismo en una empresa de jardinería en San Sebastián.

«El albergue municipal no da abasto», me contaba. Las ayudas de las ONG tampoco alcanzan a sus mínimas necesidades. «Si hay malagueños durmiendo en los bancos del Parque de Huelin -decía-, ¿quién se va a acordar de nosotros?».

Mientras, el Ayuntamiento quiere mirar para otro lado: «Es un solar privado», dicen. En efecto. Pero el riesgo para la salud y seguridad (ya hubo un incendio hace unos años) de cuantos vecinos rodean las naves ocupadas, es público.

El deber de acabar con semejante vergüenza para todos, pues son personas, también lo es.

Por ello y desde ya, como ciudadano de a pie, -como creo que usted también lo haría- pido al equipo de gobierno municipal que se aplique a fondo con el «Plan de Erradicación del chabolismo en la UE para el período 2014-2020» y que se trabajen al máximo las oportunidades que ofrecen los fondos estructurales y de inversión europeos previstos. A ver si también éstos, los van a dejar perder.