La Agrupación de Cofradías prepara una magna exposición de enseres cofrades en Madrid, que se celebrará a principios del próximo año 2015. En 1996 fue la última, en el Palacio del Conde Duque, pero este tipo de muestras para explotar la vertiente de la Semana Santa como fenómeno turístico de primer orden no es nuevo. Las cofradías malagueñas han estado presentes hasta en Milán, en la década de los años 60. Si las procesiones, que tantas molestias generan para una minoría, pueden contribuir al desarrollo económico de la ciudad, es su obligación hacerlo. Pero ojo, sin perder su sentido, sin suplir objetivos, en todo caso, haciéndolos complementarios. El culto, la manifestación pública de la fe de los cofrades, ha de estar por encima de otros intereses.

La Agrupación no debería tampoco cometer el error de pensar que la Semana Santa de Málaga se vende sola. Es necesario un plan de comunicación eficaz que se encargue de transmitir el mensaje justo, para no correr el riesgo de que tanta magnificencia junta desvirtúe lo que esta celebración es en esencia. Se puede caer en una perversión no deseable. De este modo, se pueden conseguir dos cosas: cantidad y calidad de visitantes, turistas que sepan a lo que vienen. Es complejo, por eso habría que confiar en profesionales.

La presencia en Madrid se autofinanciará con patrocinios de empresas y organismos y posteriormente repercutirá en un deseable beneficio para la ciudad, un impacto económico que cada año es mayor y del que las cofradías, por cierto, no participan. Es decir, sin ser su fin primordial, la puesta en escena anual de las hermandades genera rentabilidad para muchos sectores y una imagen de marca de importantes quilates para la promoción de toda la ciudad. Madrid es buen escaparate. Pero insisto, que no se adultere el valor de la celebración pasionista por pretender captar turistas a toda costa. Hay que estar a lo que hay que estar. Si encima se logra riqueza para una ciudad, más aún en tiempos de crisis, y sirve además para combatir críticas desinformadas y malintencionadas, bienvenido sea.