Fue Oliver Clerc, escritor y filósofo francés, quien escribió con un lenguaje sencillo y comprensible la fábula La rana que no sabía que estaba hervida, que está basada en una ley física real: Si la velocidad de aumento de la temperatura del líquido es menor a 0,02 grados centígrados por minuto, el animal metido en el agua, que no percibe el creciente calentamiento, o incluso acostumbrándose al mismo, se queda quieto, y muere al final de la cocción. A una mayor velocidad de calentamiento, sin embargo, salta y escapa.

Lo que lleva a concluir que, si echamos una rana en una olla con agua fría y lentamente vamos calentándola, el animal puede llegar a hervir y morir, sin apenas darse cuenta de ello. En cambio si echamos la rana al agua ya caliente, pegará un brinco evitando el peligro.

Somos una rana metida en una olla calentándose a fuego lento. Si no, no puede entenderse cómo hoy, y ayer, y aun mañana, con todo lo que están vomitando los periódicos, la televisión y se escucha en la radio, nos hayamos levantado, desayunado, llevado los niños al colegio, ido a trabajar, almorzado, vuelto al trabajo, cenar con los nuestros y luego irnos a la cama. Y así un día tras otro. Con una pasmosa normalidad.

Con ese «todo» me refiero a la corrupción generalizada que, con cada vez más focos de metástasis, va colonizando voraz, una a una nuestras instituciones.

Parece ya hasta manido hablar de ERES, Invercaria, Mercasevilla, y demás€ Tras una inicial indignación generalizada con el Caso Nóos, me sorprende ahora que hayamos «aprendido» a convivir con semejante escándalo que alcanzaba nada más y nada menos que al entorno ya de la más alta institución del Estado, en un suma y sigue que parece no acabar.

El pasado jueves el Parlamento andaluz rechazaba investigar el fraude de los cursos de formación con los votos de PSOE e IU (socios de gobierno), aun con dos exconsejeros de la Junta ya imputados. Un presunto caso de corrupción ligado a las ayudas para parados de la Consejería de Empleo que ya no sólo investiga la jueza Alaya, ¡sino jueces de hasta 5 provincias más! Ayudas para el desempleo en una comunidad en la que, para más desvergüenza, éste alcanza al 35% de la población activa; se eleva hasta el 60% entre los jóvenes de 20 a 24 años, y suma un escandaloso 76,4% en el segmento de edad que va desde los 16 a los 19.

Quien pide abrir la caja de los truenos resulta ser el PP. Sí, paradójicamente el mismo del Caso Andratx, el del Caso Arcos, Baltar, Brugal, Bárcenas, Gürtel, Palma Arena, Porto,€ ¿sigo? Al que el juez Ruz está acusando en estos momentos de haber estado financiándose ilegalmente con donaciones no declaradas de empresarios (¿A cambio de qué?); y cuyos famosos sobres con pagos en B no declarados a la Hacienda Pública, a altos cargos del partido y representantes institucionales, que serían quiénes deberían de dar el primer ejemplo en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales, también están investigándose.

Fue el jueves cuando Pujol comparecía ante la Comisión de Asuntos Institucionales del Parlamento catalán, en la que tras dos horas y media de intervención, no respondió finalmente (sin asomo de arrepentimiento alguno, además) a la esencial cuestión de por qué mantuvo en Andorra, oculta al fisco, una inmensa fortuna de orígenes nada claros.

Sus hijos, sea también dicho, ya se encuentran imputados por delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales, cohecho y hasta tráfico de influencias en la trama de las ITV.

Éste es el fango político que tenemos. Y podría seguir, seguir, y seguir. Y todos y cada uno de nosotros porque lo sabemos. Tenemos la información. Aunque sea «la punta del iceberg» como aseguró el viernes ante la jueza Alaya Eduardo Pascual, otro imputado por haber recibido nada menos que 36 millones de euros en «sobrecomisiones» por intermediar en varios ERES.

Y nos lo tragamos, y lo digerimos, y lo metabolizamos, y al final nos parece hasta normal esta degeneración democrática que va en aumento calentando el agua de la olla en que estamos, y en la que si no reaccionamos a tiempo, acabaremos hervidos. todos.

¿Hasta dónde va a tener que llegar la temperatura -¿¡qué va a tener que pasar!?- para que al final saltemos del recipiente y digamos «basta»?

¿Para cuándo la exigencia firme de nosotros, los ciudadanos, de no querer ver un solo corrupto más en las listas electorales de ningún partido?

¿Para cuándo un castigo en las urnas, de verdad y definitivo, a aquéllos que siguen manteniendo a ladrones entre sus filas?

Hoy, más que nunca, sigue vigente aquél ¡indignaos! que gritó Stéphane Hessel en 2010.

Reaccionad. Castigadles con vuestro voto. Saltad de la olla ahora que aún estáis a tiempo.