El cese de Ana Mato era algo esperado, pero desde hace meses; digo más, nunca debería haber sido elevada a un ministerio que le venía tan grande que sus torpezas, meteduras de pata y nefasta gestión así lo acredita. No se olvide que a su lado, en todas las fotos y como hombre de confianza, aparecía Moreno Bonilla, el de los recortes en dependencia. Ana Mato, quemada, achicharrada y, además, mentirosa, no es historia. Yaguar, confetis, viajes «monago», paradores, coches de lujo, lujosos hoteles, Disney y quien sabe más estaba en la agenda de Paco Correa, el conseguidor. La Gürtel le tenía comida el coco y le pagaba sus caprichos. Mato o Rajoy, esa era la cuestión. El presidente del Gobierno no podía presentarse en el Parlamento para hablar de transparencia y luchar contra la corrupción con la ministra Ana Mato en la bancada azul. Me cuentan que el presidente del Gobierno el miércoles por la tarde juraba en arameo y estalló cuando le dijeron que su querida Ana Mato no estaba dispuesta a dimitir. Ya era suficiente con que el juez Ruz le jodiera la tarde (poltrona, puro y partido del Real Madrid) para que encima Mato se negara a dimitir.

El cese de Ana Mato no servirá de cortafuegos para el incendio que se ha declarado en el seno del PP y que ya chamusquea al presidente Rajoy. Las llamas salen por las ventanas de la sede nacional porque el auto del juez Ruz no deja títere en pie, después que se iniciara la investigación hace seis años, con el inhabilitado juez Garzón en el origen. El PP se ha beneficiado de la trama Gürtel, tal cual Mato. ¿A quien, dentro del PP, le toca, ahora, asumir la responsabilidad? El asunto no es baladí y la tormenta es ya tsunami que terminará por cobrarse a más de una pieza. Y Rajoy esté en primera línea, no en vano en los años investigados por el juez Ruz era el máximo responsable del PP. Difícil lo tiene mirar a otro lado o esconder la cabeza. De las 43 personas que se sentarán en el banquillo hay tres tesoreros del PP, alcaldes y diputados del PP; la caja B y los papeles de Bárcenas; Jaume Matas, Juan Cotino, Monago, Carlos Fabra, Francisco Camps y la alcaldesa de Alicante; tarjetas en negro y caso Púnica; Acebes, Cascos y el rosario de cargos que cobraban de la caja B ¿Hay quien dé más? Es cierto que el PP no es el único partido sumido en la corrupción, pero ninguno como el que preside y lidera Mariano Rajoy se ha visto envuelto en tantos escándalos.

Rajoy preside un Gobierno superado por los acontecimientos, incapaz de reaccionar y al que la realidad se le ha ido de las manos y como le recordó en el Parlamento el líder socialista, Pedro Sánchez, no es la persona adecuada para liderar la regeneración y la transparencia. El auto del juez Ruz es demoledor; y los que están por venir. Los procesos abiertos que involucran al PP pueden provocar graves conmociones y no hay gobierno, y más si está tan débil, capaz de aguantar un año más, hasta las elecciones generales. Pese a ello, de la intervención de Rajoy en las Cortes Generales no se desprende que vaya a hacerse el harakiri, sino todo lo contrario. Aun así no se sabe hasta cuándo aguantará aunque sea consumado especialista en dilatar los problemas. El agujero negro del PP es de tal magnitud que ni soltando lastre podrá Rajoy seguir mirando de frente y a los ojos a los españoles.