No, no les voy a hablar de la novela de John Steinbeck, sino de la metedura de pata de la Radio Televisión Andaluza al dar las campanadas de fin de año.

Si el 2014 no anduvo ya lo suficientemente calentito mientras vivió, tampoco quiso defraudarnos al despedirse, con el campanazo que en su Nochevieja nos diera Canal Sur con las uvas.

Conociendo a mis paisanos no me sorprendió el cachondeo vía wassap que a cuenta del error en la programación de los anuncios empezó a correr, casi de inmediato, de móvil en móvil.

No me extrañó el humor con que muchos nos tomamos el anuncio del café, con las uvas en la boca, y tampoco (porque puedo entenderlo) el cabreo de otros muchos, cuando se percataron de que tras el Catunambú y las motos, quedaban sólo 2 campanadas y 8 uvas en el plato.

No puedo compartir la postura, sin embargo, de quiénes haciendo gala del cainismo que tampoco nos es ajeno por estos lares han aprovechado para exigir por ello hasta el cierre del canal, tratando de sacar rédito de un error que, yo personalmente, no hubiera sacado de la categoría de anécdota. Chistosa o cabreante, pero anécdota al fin y al cabo.

Me ha producido estupefacción que con la que está cayendo en España, y no me repito porque ya saben a lo que me refiero, la ira de algunos que parecían haberse dejado la vida en ese entrecortado tragar de uvas, siga una semana después vomitándose en los medios. Los ecos de la pifia prosiguen y ha sido «la noticia» de la Navidad.

Que en su primer discurso de Nochebuena el nuevo Rey volviera a no salirse del guión, tirando de las mismas frases hechas y lugares comunes de que antaño hizo gala su progenitor y, mencionando la preocupante «corrupción» no pronunciara a continuación las palabras «presunto», «hermana» y «cuñado», no levantó tanta polvareda.

Casi de puntillas ha pasado estos días por los medios, la obligada renuncia a sus respectivas actas como parlamentarios populares en las Cortes Valencianas, de Ricardo Costa y Yolanda García cuando, con el agua al cuello del sumario del «caso Gürtel» se han visto imputados por delitos electorales y de falsedad (en ese suma y sigue inacabable).

No sé si también habrá sido trending topic ese otro disparate del Señor De Guindos al decir en Año Nuevo que «en España se ha perdido el miedo a perder el puesto de trabajo»; o que Francisco Javier Ortega del Real, un joven agente de policía de 28 años en Madrid, muriera arrollado por un tren al ser arrojado al mismo cuando trataba de identificar a un sujeto; o que yéndonos poco más lejos las autoridades italianas tuvieren que rescatar otro nuevo barco con 450 inmigrantes a bordo, en aguas del Mar Jónico, a los que la tripulación dejó abandonados a su suerte con el motor bloqueado en dirección a la costa; o que dos días después volviera a ocurrir lo mismo con otros 796 seres humanos en otro navío, de los que 130 al arribar a puerto hubieron de ser hospitalizados.

El vuelo QZ8501 de Air Asia se ha estrellado con 162 personas a bordo. Ha empezado el conteo de cadáveres que van apareciendo (y ya van más de 30) y aquí seguimos contando uvas.

Cada uno le da importancia a lo que considera que la tiene, me dirán algunos. Y lo entiendo. Pero también creo en la virtud aristotélica del término medio. Y en la razonabilidad.

Dimisiones, las ha habido: De José Luis Pereñiguez, director de Emisiones y Continuidad de Canal Sur. Y continúa una investigación abierta por estos hechos.

De piedra me quedo por todo lo que se ha montado cuando la manipulación política de muchas televisiones, estatal, locales y autonómicas por el partido gobernante de turno no hace correr tantos ríos de tinta en tan poco tiempo. Ya puestos, cabe preguntarse, ¿Quién va a ser el primero en pedir que se constituya una comisión parlamentaria que depure más responsabilidades?, E igualmente, ¿Quiénes van a ser los siguientes en negarse a que se constituya?

Centrémonos. Empleemos dicha vehemencia para exigir mayor rigor y una absoluta despolitización en los informativos de muchas televisiones públicas y a cada una en la medida en que caiga en la manipulación interesada de quién gobierne en cada casa; y no nos rajemos las vestiduras durante toda una semana, porque un año, (sea en esta cadena, la gallega, extremeña o catalana), se cuele un anuncio en las uvas.

¿En el panorama audiovisual público, estatal, autonómico y local, no hay más motivos por los que indignarse?. Hablemos de calidad de contenidos, de la verdadera función que estas televisiones deben cumplir, de mayor pluralismo€ Y no dejemos que los árboles nos impidan ver ese bosque. Que es frondoso. Y sigue ahí.

@ManuelHuertas75