El que suscribe, condena totalmente cualquier terrorismo, que es, la acción cobarde y criminal, de asesinos y fanáticos iluminados.

Terrorismo, que por desgracia y vivencias personales, los he vivido en primera persona, y tengo razones y experiencia de mucho peso para condenarlos enérgicamente.

Condeno firmemente los asesinatos cometidos en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo, en París, con víctimas civiles y policías, por parte de esta panda de iluminados de facciones musulmanas, que se nutren de jóvenes desesperados, del lumpen de una gran parte de países árabes. (Muchos de los cuales, sufren una xenofobia en los países occidentales donde viven, que les inducen a enrolarse en grupos terroristas.)€pero que, jamás justifica ese tipo de actos vandálicos y crueles.

Pero existe por desgracia, otro tipo de terrorismo, tremendo también, y que afecta a millones de seres humanos.

Un terrorismo endémico y cruel que no se acaba, el hambre y la pobreza y que los países ricos y poderosos no ponen remedio alguno, un terrorismo, que para mí, es el mayor crimen organizado de la Historia de la Humanidad, y por lo cual, todos nos deberíamos de avergonzar. Maldigo todo tipo de terrorismo, y este al que me refiero también lo es.

Son terrorismos distintos, pero terrorismo al fin y al cabo, porque tan cruel, injusto y dramático, es que te asesinen, como que millones de seres humanos mueran de hambre, y de enfermedades curables en los países desarrollados.

No es de recibo, ni humano ni justo, que mueran personas olvidadas y dejadas de la mano del hombre. Ese es para mí, el terrorismo institucionalizado.

No tiene lógica, ni es por supuesto justo, que sobrando alimentos, mueran a diario miles de personas, por la mala e injusta distribución de las riquezas, siendo la causante de tantas muertes y pobreza en un planeta, que tiene recursos más que suficientes, para abastecer y alimentar a todos.

Muchos dirigentes, que acuden a esos actos contra el terrorismo islámico y fanático, y se rasgan las vestiduras, son representantes de países, y responsables, de ese otro terrorismo evitable, pero que no quieren remediar, por la codicia y ambiciones de poder y de riqueza.

Esa es la falsedad e hipocresía de la política, y de todos los organismos institucionales.

Me despido cordialmente, y le doy las gracias de antemano por la publicación de mi carta.