Oyes hablar a un griego y parece un español al que no se le entiende. El idioma es muy distinto, pero el acento y la prosodia se parecen al estándar español. El italiano es muy parecido al español pero el acento los diferencia un montón. El portugués es parecidísimo al castellano pero el acento lo hace irreconocible. Algunos acentos regionales españoles cuesta seguirlos. Se puede entender mejor a un napolitano hablando en italiano que a un jienense en español.

El acento de los griegos es menos español cuando hablan en castellano pero la diferencia es mucho más sutil que la de un inglés o un francés cuando se lanzan en nuestro idioma. Al final, los griegos hablan español como la reina Sofía pero más, mejor y para decir cosas más interesantes, por lo que se oye en las tertulias. En ellas, sea en griego pronunciado como español, sea en español pronunciado como griego, insisten en que Grecia no es España, mensaje que les podremos devolver con justa reciprocidad en las próximas elecciones españolas. Por equivalencias, Syriza no es Podemos, aunque cuando Pablo Iglesias le manda un mensaje a Rajoy para que oiga el «tic-tac» -que suena tan griego Tiktak- parece que está diciendo cronómetro en griego, que se dirá cronómetro.

Cuanto traduce un traductor se entiende otra cosa distinta que cuando se habla de oído. Syriza significa izquierda radical pero de raíz no de copa, que sería la de los extremos. El falso amigo de ese significado lo ha convertido en auténtico enemigo: izquierda radical. Cómo asusta a la derecha liberal. Cuando Syriza habla de Europa en español suena como cuando queríamos integrarnos en Europa y cuando entramos pero hace unos años cambiaron la letra de Europa aunque la música siga siendo el cuarto movimiento de la Sinfonía nº 9 de Beethoven, himno de la alegría, ahora de la austeridad. Cuando Syriza habla español se le entiende muy bien. ¡Cómo no entenderlos!