Málaga no iba a ser una isla en esa marea naranja que está tiñendo la política nacional. Concursarán en al menos quince municipios. Grandes. En todos tienen posibilidades de obtener representación, lo que a su vez les granjearía llaves y hasta cerraduras para formar equipos de gobierno. Tendrán seguramente también diputados en la Diputación. Albert Rivera ha pasado de ser un osado pimpollo quijotesco batallador contra los molinos del nacionalismo catalán a ser el yerno ideal. Y de ahí, televisiones de por medio y piquito de oro, a la catapulta que le dieron las europeas y las andaluzas. O sea, a convertirse en un líder. No ha sido un camino fácil. Pero sí inesperado.

La verdadera amenaza para el bipartidismo no parece que vaya a ser sólo Podemos. Es Ciudadanos. Y ellos lo tienen claro: son el cambio sensato. La coyuntura les favorece: Podemos es para los cabreados y rupturistas, para los izquierdones clásicos, los alternativos, incluso los socialdemócratas. Ellos son para el desencantado. Que más que mar es océano. Con amplias riberas a un lado y a otro del espectro político ¿De izquierdas o de derechas? le preguntan a Rivera. Liberales, del espacio naranja, que es el que agrupa en el Parlamento europeo a terceras vías entre laboristas y conservadores, responde. Albert Rivera tiene respuesta para todo, no en vano fue en su primera juventud, campeón nacional de debates. Tiene respuesta para todo salvo para la cuestión esencial: ¿optará a presidir la Generalitat o el Gobierno central? Lo tiene casi todo pero está por ver que tenga gente suficiente. Gente presentable, queremos decir. Sobre todo, presentable a unas elecciones.

Oportunistas siempre han sobrado en España y en la política española. Das una patada y salen tropecientos voluntarios si se trata de auxiliar a un triunfador. La prueba está en sus propios criterios de afiliación, los que se han obligado a establecer: no aceptarán a gente que ya haya militado en dos partidos. A sus puertas anaranjadas por el éxito han llamado mercenarios que han estado hasta en cuatro formaciones.

Ciudadanos está de moda. Eso es por puro márketing político. Hasta ahora. Ahora es también un éxito y una moda porque el votante del PP -que no reacciona- lo ve como una opción atractiva y porque se han dotado de músculo intelectual a la sombra que no improvisa. Economistas, sociólogos, politólogos, etc. De vez en cuando, no obstante, a Ciudadanos se le ven las costuras de fuerza política no tan equidistante de las opciones clásicas: algún tufo de derechas rancia hay.

Si las municipales llegan a ser tres meses después, la formación naranja tendría mucha más estructura y candidatos en casi todos los municipios. Antes ponías la tele y estaba Pablo Iglesias o Errejón o Monedero. Pero estos se han dado unos meses de tregua catódica tras la amplia exposición mediática que los aupó pero los estaba fundiendo, sobre todo por el escándalo monetario de Monedero. Y por una querencia a la dosificación tal vez mal entendida. Así que ahora, pones la tele y sale Rivera. Que se prodiga especialmente en programas matinales. Que no se muestra dogmático y que en ocasiones, a diferencia de la petulancia habitual de los políticos al uso, no exige ser prima donna o entrevistado único, sino que comparece como un tertuliano más. Y ahí está, pulcro, buen chico, diciendo cosas sensatas, simpático, educado, sin cagarse en la transición, con ese punto desideologizado tan querido para profesionales liberales urbanos a los que antes la política aburría y que ahora quieren protagonizarla.

La mayoría de los municipios malagueños en los que va a concurrir son feudos del Partido Popular. Algunos como Torremolinos o Málaga, de larga tradición ya de voto conservador. En teoría, y dada que su pulsión es el cambio, son toda una amenaza para los ´fernandezmontes´ del mundo, pero todo esto va a cambiar y los pactos con uno aquí y con otro allá van a estar a la orden del día. Los dirigentes de Ciudadanos (aunque usted sólo conozca a Rivera, hay muchos) ya han dicho que las alianzas no serán a cambio de áreas de gobierno, más bien para dar estabilidad. Preferentemente a la lista más votada. Así que podría ser que la gran novedad, el ciudadanismo rampante, viniera a prolongar lo que hay en la Costa, que más que prolongar se comporta en no pocos enclaves como si quisiera perpetuarse. Acongojados están, no obstante.