Las elecciones municipales han sido uno de los principales problemas que ha tenido el metro de Málaga en su atribulada historia. Ya con la convocatoria de 2007 en el horizonte, el equipo de gobierno de Francisco de la Torre hizo todo lo posible por torpedear y bloquear el inicio de la obra en la Carretera de Cádiz antes de que se celebraran los comicios. A veces con argumentos que se demostraron peregrinos -e incluso potencialmente peligrosos- como proponer el uso de tuneladora bajo la avenida de Velázquez. El resultado fue un retraso que ha lastrado la obra en su conjunto, ya que obligó a plantear los trabajos por fases -de más lenta ejecución- y a comenzar más tarde el grueso del trabajo, disparando los costes y afectando el proyecto, al que cogió de lleno la crisis económica y el recorte en inversiones.

El miedo a perder unas elecciones puede llevar a una ceguera total a los políticos. En el asunto del metro esa ceguera se ha multiplicado con la pérdida de otros sentidos, como el sentido común. Si De la Torre fue capaz en 2007 de sacrificar un proyecto de ciudad por unos intereses electorales a corto plazo, poniendo numerosas zancadillas en 2011, lo mismo hizo el PSOE durante su gestión de la obra. Convirtió el proyecto es una especie de campo de batalla con el PP municipal, cerrándole el acceso a la información, reduciendo su intervención al mínimo y ninguneando a la ciudad.

La situación se enderezó algo con la entrada de IU a la Consejería de Fomento, donde se encontró con un metro paralizado, sin financiación y al borde de provocar un problema judicial de primer orden para la Junta de Andalucía, con indemnizaciones multimillonarias de por medio. El peligro de naufragio se evitó y el metro se abrió por fin, dando a los malagueños la posibilidad de probar una infraestructura que está demostrando su utilidad. Parcial, porque se queda muy corto, pero con utilidad.

Estamos en una situación delicada todavía, sólo espero que ni el PP con De la Torre al frente ni el PSOE cometan los mismos errores y encuentren una vía de entendimiento. El principio no ha sido prometedor, con una amenaza de parálisis muy evidente. Mañana ambas administraciones tendrán la oportunidad de reconciliarse.