La crisis del «impuesto religioso», por Diego Mas Mas

La Conferencia Episcopal acaba de reconocer que ha disminuido el dinero recaudado por el «impuesto religioso» y el número absoluto de declaraciones en que se ha marcado la «X» de la Iglesia. Si ha aumentado (¡una centésima!) el porcentaje de declaraciones en su favor, eso porque hay más pobres que no pueden declarar, y son los más pobres los que más se alejan de esa «Iglesia de los pobres». La realidad se impone a la propaganda. Por lo demás, ¿hay algo más contradictorio que un «impuesto», obligado por el Estado, y lo «religioso», un acto esencialmente libre? Se dirá que pone la cruz el que quiere, pero, como no da los que dice que se dé, obliga a todos a darle a su Iglesia, cometiendo, pues, al poner esa cruz, el grave pecado de violar las conciencias ajenas. Por lo demás, ¿alguien puede concebir algo tan blasfemo para un cristiano como pensar que Jesús viviera de impuestos? ¿Cabe más explícito contubernio que este chanchullo del poder político y el religioso contra el Evangelio?

Ángeles malagueños de la noche (y del día), por Antonio Romero Ortega

Me consta que a los nadaeuristas, que no tienen la culpa de serlo, los Ángeles Malagueños los socorren. Así que hacen bien en colaborar en lo que puedan con dicho grupo de voluntarios. Hay personas necesitadas que no encajan en ninguno de los estereotipos clásicos: ni mal vestidos, ni mal hablados, ni sucios y de nivel cultural alto e, incluso, muy alto, pero que son las más desamparadas de todas.

El escándalo del silencio, por Teresa Herrera Romeo

Vaya: muchos dirigentes del PP no se habían dado cuenta antes de que el principal escándalo de su partido, como afirman ahora, era la unanimidad silenciosa ante el jefe; y ahora tienen el valor de acusar a Cayetana Álvarez de Toledo de no haberlo dicho, cuando ha sido ella, citando el mal llevado problema con Cataluña, quien lo ha puesto en el candelero. ¿Por qué no tienen el valor de criticarse a ellos mismos por su servil callarse, interesadamente voluntario, no teniendo siquiera que ser amordazados como tantos ciudadanos? Por supuesto, esa dictadura en el PP, como en otros partidos de vieja y nueva estructura, contribuye mucho a marchitar la democracia en todo el país, y el progreso en todos los campos: «Donde todos piensan lo mismo, nadie piensa demasiado».

Pese a todo, bipartidismo, por Suso do Madrid

El auge previsto de las nuevas opciones políticas y el retroceso de los grandes partidos parecían condenar a la desaparición la supremacía del bipartidismo, que tantos y tan buenos servicios ha prestado a la democracia. Aunque es evidente la pujanza de fuerzas como Podemos y Ciudadanos, que ha condenado a UPyD y a IU al fracaso, el PSOE y el PP se mantienen como opciones mayoritarias para el electorado andaluz con el 62% los votos. Se puede decir que el bipartidismo aguanta por los pelos, pese a tanto mal presagio.