«Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo». Así empieza el Manifiesto Comunista, elaborado por Marx y Engels en 1848. Tras haber deambulado el fantasma por el viejo continente, se encarnó hace casi un siglo en cuerpo equivocado, el de Rusia, y mucho después en otro más erróneo todavía, el de China, pues según el libreto de Marx el comunismo sólo llegaría a sociedades con alto grado de desarrollo industrial burgués, que el empuje de las fuerzas productivas obligaría a superar. Esos comunismos fallidos, construidos sobre sociedades de base agraria y estructura social más feudal que burguesa, son lo que hoy sabemos del comunismo. Cuba sería otro caso de comunismo imposible, condenado al enquistamiento, y vuelto para Occidente fantasma doméstico, de esos que aumentan el valor del castillo. Lo raro es que la izquierda haya sido tan ingenua como para hacer de Cuba un símbolo.