Las líneas rojas están más de moda que nunca esta primavera. Desde el pasado 22 de marzo todo el mundo habla de ellas en Andalucía. Unos las lucen con orgullo y no están dispuestos a cambiar su equipación hasta llegar a la meta. Y otros las arrastran como una condena e intentan sortearlas como medio también para ganar. Andalucía no tiene aún gobierno que la gobierne pero va sobrada de líneas rojas. Las modas son así, ni buenas ni malas. Hay a quien le sienta bien el modelito y quien está deseando que llegue el invierno para mandarlo al destierro. Por ahora, los debutantes Podemos y Ciudadanos marcan el ritmo al mantenerse firmes en sus líneas rojas en la negociación con el PSOE sobre la investidura. Chaves y Griñán, Griñán y Chaves. De presidentes a expresidentes y de expresidentes a líneas rojas. Los dos han declarado ya ante el Tribunal Supremo por el caso de los ERE pero aún no hay avances en la negociación en Andalucía. Ellos también tienen sus líneas rojas. No los jueces, que también. Sino los expresidentes. Aunque cada uno la suya. La de Griñán se sitúa en la diferencia entre plan y fraude. «No hubo un gran plan pero sí un gran fraude», declaró al juez Alberto Jorge Barreiro. Mientras, Chaves marcó otra línea, una para alejarse todo lo posible del caso y de lo dicho por su sucesor en la Junta. «Si hubo fraude y si fue pequeño o grande eso lo tendrán que determinar los tribunales», sentenció. Pedazo de línea roja ante Griñán.

Pero no sólo los políticos hablan estos días de líneas rojas. Los empresarios andaluces también aluden a la expresión de moda aunque sin nombrarla. Su línea roja es este año, en el que creen que se podría confirmar la recuperación económica pero que peligra por la escasez de acción real y estabilidad. Por eso, advierten de que la ausencia de gobierno está provocando que haya inversiones turísticas, entre otras, paradas.

Hoy se constituye el Parlamento más fragmentado que se recuerda. Desfilarán por él representantes de hasta cinco partidos políticos elegidos el 22-M cuando los ciudadanos dijeron en las urnas cuales son sus líneas rojas. Que las respeten los elegidos ya es otra cosa.