La Ilma. Sra. Dª María Irene Beneyto Jiménez de Laiglesia, concejala de Cultura de Valencia, teniente de alcalde, presidenta del organismo autónomo Palau de la Música y Congresos y concejala delegada de la Orquesta y Banda Municipal, llegó a su casa el segundo viernes de este abril a las 23.15 horas «después de un día cargado de trabajo y de preocupaciones». Sabía ya que no iba a repetir como candidata en las próximas elecciones y quiso despedirse mediante un mensaje público en una red social. Escribió un texto de 19 líneas... y cometió en el mismo más de 30 faltas ortográficas. Pero, según ella, no las cometió la Ilma. Sra. Dª María Irene Beneyto Jiménez de Laiglesia, concejala de Cultura y tal y tal, sino Mayrén Beneyto, su nombre para los amigos. La ilustrísima dejó de ser ilustrísima a las 23.21 horas de tan infausto viernes y se transmutó en una ciudadana de a pie que ignora muy mucho la gramática y la ortografía españolas. Escuchemos lo que dijo sobre tan extraña metamorfosis y el texto que provocó: «No lo escribía la concejala de Cultura, sino que escribía Mayrén Beneyto (...), pero nunca escribía como concejal de Cultura». O sea, que la concejala de Cultura quizá respete las reglas del correcto español, pero Mayrén Beneyto no, aun siendo las dos la misma persona. Qué cosas más extrañas ocurren en este mundo traidor. En solo 19 líneas, la señora Beneyto demuestra ignorar lo siguiente: el recto uso de las comas; que tras una abreviatura ha de escribirse un punto; que «mí», como pronombre, lleva tilde; que las palabras agudas terminadas en vocal se acentúan; que todas las palabras esdrújulas llevan tilde; el uso correcto de las letras mayúsculas; que «tenencia» es el trabajo de una persona que ejerce el cargo de otra y la sustituye, mientras que «teniencia» no existe en castellano; que «aria» es «composición musical» o «individuo perteneciente a un pueblo de estirpe nórdica» y que «área» significa «campo o esfera de acción en que con mayor eficacia pueden mostrarse la índole o las cualidades de personas o cosas»: «área de Cultura», por ejemplo; que los puntos suspensivos son tres y solo tres; que los adjetivos concuerdan en género y número con los sustantivos a los que califican. Es decir, Muy Deficiente, no progresaría adecuadamente la alumna Mayrén Beneyto si cursase 1º de la ESO. Lo malo es que no lo cursa, pues va a cumplir 70 añitos.

A ver: que sí, que todos escribimos a veces los mensajes privados con abreviaturas, que el «sugeridor automático» del móvil nos juega malas pasadas, que andamos con prisas. Que sí. Pero cuando alguien redacta un mensaje público con tanta incompetencia en tan corto espacio, devela su analfabetismo funcional, su incapacidad de utilizar la escritura de forma eficiente. Siendo ello bochornoso en alguien del común (muchos textos que critican en la Red los errores de la ilustrísima contienen también meteduras de pata), bochornosísimo es en quien ostenta (o, mejor sería, detenta) una concejalía de Cultura cualquiera y una concejalía de Cultura en especial de uno de los municipios más populosos de este país. Que crea justificarse argumentando que «era el corazón el que hablaba» o que se corregirá en el futuro aunque le da «pena porque eso te quita esa libertad fresca de hablar como habla hoy en día la gente joven», ya pasa a ser insultante para los jóvenes y de una pobreza intelectual asombrosa. Mi corazón, señora, y mis manos escriben siempre «burro» con «b»: aquí y en el móvil y donde se tercie, que así me lo enseñaron en la escuela, cuando no era aquello en que la han convertido quienes legislan sin saber construir dos oraciones subordinadas con sentido y sin faltas ortográficas. Y no se les cae la cara de vergüenza, ni se sonrojan, ni dimiten. Qué peste. Feliz Día del Libro mañana a quienes aún lean.