Tras la pardillada del «miembras y miembros» de Pedro Sánchez he tenido unos días de discusión interna sobre el lenguaje de los políticos. El coñazo de lo políticamente incorrecto, pura falta de economía en el lenguaje, nos lleva a tomarnos a broma el mensaje de buena parte de nuestros representantes. El secretario general -que no líder- del PSOE reaccionó afirmando que era un chascarrillo, pero hay otros políticos que sueltan perlitas y se quedan tan tranquilos con sus mensajes.

Esta misma semana, María Gámez, la candidata -que no líder- del PSOE de Málaga, publicaba el siguiente tuit: "Los mercados municipales deben ser el principal expositor de productos locales. Consumirlos beneficia nuestra salud y es garantía de calidad". No es grave, ni mucho menos. Es buenista o como me gusta llamarlo, bienquedista. Podemos llenarnos la boca con las bondades del Sabor a Málaga (oh, vaya), pero no tenemos que generalizar con que el producto local sea mejor para nuestra salud y de mayor calidad. Otra cosa es lo sentimental, pero que Gámez utilice conceptos como los que usa me resulta innecesario. Por supuesto, hay que apoyar al productor local, pero utilizando argumentos de peso. Aún estoy esperando que Gámez me facilite el informe o estudio en el que se basa su afirmación. Pero este lenguaje torticero es cosa de todos. Hay partidos que regalan a diario frases vacías de contenido y llenas de intenciones irrealizables. Como María del Mar Martín Rojo, del PP, que afirmaba en la presentación de una aplicación móvil que era "una fuente de atracción de turismo y de creación de empleo". Hay aplicaciones que hacen milagros, pero afirmar que una app va a crear empleo es más cosa de un estadista de garrafón que de toda una licenciada en Económicas y diplomada en Turismo? Lo que hace meterse a político.