Las elecciones municipales son diferentes a cualquier otra. Y eso se nota en el planteamiento que los partidos hacen de sus campañas. Las siglas dejan paso a la promoción de las personas. El PP confía plenamente en sus alcaldes y ellos se erigen en los absolutos protagonistas, hasta el punto de llegar a desmarcarse de sus propios partidos. El «Paco de la Torre sí» es una prueba muy evidente de esto. Pero hay casos que rozan la pifia política. Como Francisco Delgado Bonilla, candidato popular a revalidar la alcaldía de Vélez Málaga, que rizó el rizo en este intento de separarse de la política nacional de su partido, y llegó a decir en un debate televisado que él no es Rajoy ni la Gürtel, que él es «honrado».

Sin embargo, el próximo 24M, cuando los electores acudan a sus colegios a ejercer su derecho al voto y accedan a la cabina, la mayoría buscará la papeleta buscando el logo del partido al que van a votar. Muchos a su partido de siempre. Por eso, aquí la marca cobra una importancia determinante. Porque no todo el mundo que vota está pendiente a lo que pasa en la campaña ni se lee los programas. Y quiere identificar la lista por aquello que conoce.

Podemos corre el riesgo, en este sentido, de que nadie reconozca que son los que son. Ganar Málaga no deja de ser una marca blanca del partido morado que lidera Pablo Iglesias y que ha optado por concurrir a estos comicios sin sus siglas ante la imposibilidad de controlar a todos los candidatos que se presentan en toda España. En este caso, la prudencia ha ganado la partida en una formación que parece que pierde fuelle. Al menos, eso dicen las encuestas.

Lo mismo ocurre con Málaga para la Gente. ¿Eso qué es? A la coalición de izquierdas no le ha quedado más remedio que empezar a usar también las siglas de IU para que los ciudadanos la reconozcan. Sobre todo, además, porque según los sondeos, la popularidad de Eduardo Zorrilla en las redes sociales se reduce al 7% de los usuarios.