Incertidumbre es la palabra más repetida por los distintos candidatos que durante esta semana han desfilado por la redacción de La Opinión de Málaga para participar en los chats electorales. Incertidumbre en grandes dosis y eso que lo que se dirime en unos días son unas elecciones municipales donde se supone que los alcaldes y la oposición tienen medido el apoyo de sus vecinos y saben más o menos la orquilla en la que se mueven sus candidaturas. Pero parece que no, salvo contados casos por una gestión acertada y la ausencia de nuevas fuerzas como sucede en Estepona. Todos hablan de que han llegado nuevos tiempos debido a la irrupción de Ciudadanos y de la marca blanca de Podemos o por la precipitada gestación de partidos personalistas tipo Martín Serón en Alhaurín el Grande o Abdeslam Lucena en Benamocarra, que tras ser expulsados del PP por sus condenas judiciales han creado una formación a su imagen y semejanza. Como Dios manda.

Pero en este nuevo escenario nadie aclara cómo se pactará después del 24 de mayo y si los que pierdan dejarán que gobierne la lista más votada. Despejar esta incógnita está resultando tan infructuoso como desesperante.

En la pasada campaña de las elecciones andaluzas, el PP consciente de que Susana Díaz ganaría pero sin alcanzar la mayoría absoluta lanzó una propuesta con vistas a los comicios municipales sabedores que podrían perder algunas mayorías absolutas: que el PSOE se comprometiera por escrito a que se dejará gobernar a la lista más votada. La respuesta de los socialistas fue el silencio, pues calcularon que tendrían los suficientes apoyos para evitar el calvario que hoy sufre Díaz para ser investida como presidenta de la Junta de Andalucía. Cuando el PSOE andaluz exploró a las otras fuerzas para tratar de alcanzar un acuerdo que despejara el camino de Díaz, sacó del cajón la propuesta de Juanma Moreno y ahora es uno de los argumentos (cada día usan uno) para solicitar que se deje gobernar a la lista más votada en Andalucía. Manda güevos, pero eso es la política. Esta paradoja se repetirá en un buen número de municipios tras el 24 de mayo y ningún candidato se compromete en público a respetar la propuesta del PP andaluz y que ahora es enarbolada también por los socialistas en la Junta de Andalucía.

¿Creen ustedes que el PSOE no tratará de formar gobierno en la Diputación de Málaga en el caso de que el PP pierda la mayoría absoluta? Lo harán sin que les tiemble lo más mínimo la mano pese a que su jefa en esos días seguirá repitiendo que es la lista más votada en Andalucía.

Esta simulación podrá suceder, sin duda, en la Diputación de Málaga, cuya presidencia está en el aire. Hay tres o cuatro diputados provinciales que bailan y por unos cientos de votos se puede decidir quién gobernará esta institución. En el partido judicial de Antequera hay un diputado en el aire de los dos que aporta. Se da por seguro que el PSOE mantiene el suyo y el PP pelea por mantener el que le arrebató en 2011 a Izquierda Unida. Hay otro que puede oscilar entre PP y PSOE en el partido judicial de Vélez Málaga, donde los populares tienen dos y los socialistas uno. Aquí el PP juega con los votos que le pueda aportar Natacha Rivas a la que ficharon como candidata para Algarrobo, pero deben restar los que se lleva el expulsado Abdeslam Lucena en Benamocarra. Elías Bendodo confía que Alberto Armijo aguante el tirón de Ciudadanos en Nerja (en las andaluzas obtuvo el 8,5% de los votos) y que Delgado Bonilla se reponga del resultado de las andaluzas en Vélez Málaga, donde el PSOE fue la primera fuerza y ahora en campaña miman mucho a su candidato Moreno Ferrer como se comprobó esta semana con la visita de Pedro Sánchez. Francisco Conejo hila fino, sin duda, sabe en qué tobillo hay que morder y más cuando en Vélez se presume una dispersión del voto entre diez formaciones.

Más difícil es saber para quién será el diputado que está en juego en el partido judicial de Málaga. La gran baza del PP es que Francisco de la Torre supere las expectativas que le dan las encuestas de los periódicos de Málaga y logre mantener un colchón de votos suficientes para amortiguar la segura fuga de votos en Alhaurín el Grande hacia Serón y la probable pérdida de apoyos en Rincón de la Victoria, Coín, Cártama o Torremolinos.

El último diputado que baila entre Bendodo & Conejo se disputa en la Costa del Sol occidental, aunque aquí la solidez de los candidatos del PP podría permitir a los populares mantener sin problemas la ventaja que tienen sobre los socialistas. Y ojo, queda por ponderar si Podemos y Ciudadanos entran en la Diputación y a quién les quita los diputados.

Esto no deja de ser meros cálculos basados en impresiones de las conversaciones con los candidatos que han desfilado por la sede del periódico y que se zanjarían si a las diputaciones provinciales, una vez que nadie ahora las quiere suprimir, se les diera realmente importancia y su presidente se eligiera de forma directa por los ciudadanos como plantea Elías Bendodo. Así los malagueños podrían valorar la gestión de esos cuatro años, que en el caso de Bendodo se podría decir que ha sido acertada con la puesta en marcha de proyectos y marcas tan interesantes como Sabor a Málaga, el Caminito del Rey, las sendas litoral y de interior o el espacio cultural de La Térmica. Otro tema es el debate de si las diputaciones deben invertir sólo en los pequeños municipios o su campo de acción se extiende también a los municipios con más habitantes.