Que levante la mano quien sea capaz de decir quién perdió las elecciones del 24M pasado. Una vez más, todos aseguran que han ganado. El PP, porque logró la mayoría de los votos, insuficientes, en todo caso, y una sangría de sufragios y concejales, respecto a los que consiguió en 2011 -claro está que, entonces, batió todos los registros-. El PSOE saca pecho de su derrota y dice que ha ganado sin ganar. Ciudadanos aparenta que ha ganado mucho más de lo que realmente ha ganado, hasta el punto de que su candidato, Juan Cassá, llegó a deslizar la idea de que sería el alcalde con solo tres ediles. En plan Alcoyano. Y Podemos también parece que ganó mucho más de lo que dicen los resultados. Si bien su irrupción es digna de destacar, tiene un llavero sin llaves. Porque es la formación naranja la que determinará finalmente el gobierno municipal.

Un decálogo. Como los diez mandamientos en el que el séptimo alcanza el mayor de los protagonismos. No robarás, como causante de la grave enfermedad que sufre el sistema político y que lo corrompe. Lógico. Un acuerdo de mínimos. ¡Y tan mínimos! No tendría que ser necesario, digo yo. En definitiva, que De la Torre volverá a ser alcalde previseblemente gracias a que el PP acepta el documento de Ciudadanos a cambio de que se abstengan en la votación de investidura del próximo sábado, por muy ridículo que le parezca a Málaga Ahora.

Decálogos, decálogos y mitad y decálogos y tres cuartos. Se han puesto de moda, tanto como rechazar entrar en los gobiernos, vaya a ser que salga algún concejalillo díscolo y trepa que haga un lamparón en la impoluta imagen que Pablo Iglesias y Albert Rivera quieren transmitir y mantener hasta noviembre para asaltar el Congreso de los Diputados en las próximas generales, que es realmente lo que les importan. Lo que pasa en las provincias es lo de menos.

El bacalao se vende en el Ayuntamiento de Madrid y en las comunidades autónomas. Y en cada una las condiciones se vuelven flexibles según el interés. Y ahí cabe apoyar a las listas más votada o hacer frentes comunes de izquierdas contra el PP. Pero las negociaciones se eternizan, porque tampoco hay costumbre y se tiende a radicalizarlo todo. Y todos están también bloqueados porque están pensando más en las generales.