La izquierda se muestra siempre ardiente defensora del sector público, pero una cosa es predicar y otra dar trigo. En un sistema económico mixto, como lo es el español a cualquier nivel, la eficiencia del sector público es la clave decisiva en el funcionamiento de las cosas, la provisión de servicios y el dinamismo económico. Si el sector público funciona mal, o queda paralizado en la gestión burocrática, pierde justificación, se desacredita y acaba dando la razón a los privatizadores. Echa uno en falta, en la izquierda, que se ponga como prioridad la eficiencia del sector público, pues ésta debería ser la premisa de toda política de veras progresista. Al respecto conviene no confundir al sector público con los servidores del sector público. Ahora, cuando se pacten programas (¿), veremos si algo tan elemental como lo anterior se toma en serio por lo sedicentes defensores de lo público.