Que un Pablo Iglesias vuelva a encabezar la izquierda 136 años después. Esa es la operación. Con un nombre de semejantes resonancias, ¿qué otra cosa podía ser alguien que se apellida Iglesias y le bautizan como Pablo? El madrileño Pablo Iglesias Turrión quiere desalojar a los ocupantes de la casa que construyó el ferrolano Pablo Iglesias Posse. No hay plataforma antidesahucios que le pare.

Con gestos muy pensados, con calculada ambigüedad, con su discurso banal y populista pero arteramente construido y trabado, con sus derechazos hacia la corrupción y sus izquierdazos hacia el rescate ciudadano, con su frialdad para aplazar la llegada al poder y retrasar el desgaste, este nuevo príncipe de la política deja en aprendiz a Maquiavelo.

Podemos conforma ahora mismo, porque así lo persiguen sus promotores, una confusa amalgama que aglutina en masa el cabreo. En ese corral caben todos con tal de permanecer enfadados. Muchos electores, incluso moderados, votaron a la formación sin saber lo que representa.

Lo dijo esta semana José Bono: «Se puede cenar con Podemos, pero políticamente hay que merendárselos. Lo que ya sabemos es que Podemos quiere ser el PSOE». A Bono pueden discutírsele muchas cosas, pero nunca su instinto político. Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, trata de camuflar con Podemos su fracaso electoral, los peores resultados de la historia. Su actitud asombra a los barones, la sultana andaluza Susana Díaz y al jacobino asturiano Javier Fernández, casi los únicos socialistas que vencen en las urnas. Uno de ellos confesó en privado: «El ganador de estas elecciones fue Pablo Iglesias»·.

La aritmética de los votos, endemoniada, dejó el 24-M el plato que condimentan los podemistas en el punto justo de cocción. Una victoria pírrica del PP, una mayoría de las izquierdas plurales y la obligación para el PSOE de retratarse, el escenario soñado por el politólogo Iglesias. No moverá un dedo para ayudar a Sánchez. Es casta. En cambio Sánchez mordió el cebo y entró solo en la boca del lobo a confraternizar con los compañeros de viaje que le van a poner contra la pared.

Iglesias desveló de esa cena secreta en la que comenzó el «sorpasso» lo único que le interesaba. Que el líder socialista prometió gratuitamente cerrar el paso a los populares. Personaje maniobrero y listo, perdona la vida con condescendencia a su rival: «Pedro Sánchez es un tipo majo».

Menú frugal. Pablo Iglesias pidió tortilla. Comprensible precaución para evitar el empacho. Tiene por delante que digerir más que una boa. A IU acaba de devorarla, al decidir la coalición diluirse en candidaturas con Podemos. Para deglutir al PSOE, con la inestimable colaboración de Sánchez, le queda un mordisco.