Málaga tiene rincones que se van reinventando de cuando en cuando. Uno de esos lugares es El Balneario. Hace unos días se presentaba la programación de teatro veraniego. Este mes empieza con un espectáculo de tango con el mar como fondo en un escenario que poco a poco parece ir revitalizándose pese a la continua oposición de las administraciones públicas que han hecho lo imposible por dejar morir este espacio.

Donde había unas tímidas ascuas, ahora ha vuelto a resurgir con fuerza el fuego. El Balneario tiene por delante un verano de resurrección, de movimiento y de prueba. Sí, de prueba porque a unos años de cumplir la centena su futuro es tan incierto que necesita una importante probatura como esta que está viviendo. Hacía falta una apuesta decidida, aunque solo fuera por el edificio, una postura en pos de la conservación y el realce de un sitio pintoresco e inigualable. El Balneario ha de ser una referencia, dejar de ser un bar de cerveza barata y dar relevancia al espacio como tal. Ora un restaurante de calidad, ora una terraza para copas, ora tener buen sushi.

Málaga es una ciudad, cuando quiere, muy agradecida y conservar de forma más que decente El Balneario de los Baños del Carmen solo puede ser positivo. Es que de este cadáver urbanístico se está haciendo un lugar vivo y con visos de reverdecer viejos laureles de antaño, cuando entre sus columnas se reunían los burgueses de una ciudad próspera. Ahora, que gracias a Dios no hay burgueses, solo se bañan de forma ridícula algunos políticos. El Balneario es para Málaga y la ciudad necesita que haya alguien capaz de rentabilizar y dar vida al edificio. Sí, porque los sueños y exigencias tienen que ser rentables. Los edificios, como las personas, necesitan que haya alguien que se interese de verdad por ellos.