Y ya veremos si también el cuadro. Manuela Carmena será hoy investida alcaldesa de un Madrid que se había entregado al PP los últimos 24 años. Ada Colau, aquella muchacha irrefrenable que se acercaba al Congreso con su maleta llena de firmas contra los desahucios, lo será como alcaldesa de Barcelona. Valencia se levantará mañana y Rita Barberá ya no estará allí, en el ayuntamiento, donde prácticamente ha vivido casi un cuarto de siglo. Ni Pedro Fernández en el ayuntamiento de Torremolinos, donde siempre había estado desde la segregación del municipio en el principio de la democracia. Del árbol político de la provincia de Málaga no han dejado de caer alcaldes populares esta semana, como frutas al cesto de la historia, dicen, del bipartidismo. Empecemos a ver las cosas de otra forma. Esto no es ya fuera el PP que llega el PSOE o viceversa.

Burros y elefantes

Miremos con otra mentalidad, no porque las cosas estén cambiando, que también, sino porque mirar ese cambio de la misma manera en que mirábamos hasta ahora no nos ayudará a comprender lo que está pasando. «No pienses en un elefante», aconsejaba el lingüista norteamericano Lakoff a los suyos para analizar la realidad y a sus adversarios políticos (en este caso a los republicanos, identificados con el elefante, al igual que con el burro se identifican los demócratas) Sólo cambiando el marco observaremos que en el cuadro el síntoma de que algo estaba pasando (hartazgo, rechazo, desconfianza, enfado y abandono) ha terminado por ser lo que pasa.

Ya están aquí...

Los emergidos ya están en los ayuntamientos y en las CCAA. Ni el miedo ni las medidas tomadas por los partidos tradicionales con prisa y obligados han servido para frenar «el cambio». Y en las Generales, si son en noviembre como todo apunta, no parece que se vaya a producir una involución del voto a los emergidos. Muchos las están esperando desde hace tiempo, incluso para preferir lo malo por conocer que lo conocido desacreditado. El cambio, para producirse, no necesitaba que consiguiesen asaltar los cielos los herederos del 15 M por abajo, Podemos; ni que se agarraran a sus tobillos en el ascenso los presuntos herederos de esa tercera vía, Ciudadanos, que siempre fue minoritaria en España, y que ahora pacta desde el centro a diestra y a la otra diestra con desparpajo. Algo que nos sorprende sólo porque no hemos cambiado el marco y creemos que Albert Rivera, por ejemplo, tiene que ser o burro o elefante o una mezcla más o menos tolerable de ambos. Pero ni tiene que ser necesariamente eso ni por no serlo ser un ornitorrinco, parecer la mujer barbuda del circo (que hoy tendría el glamour normalizado de Conchita Wurst) o Frankenstein para moverse en la política sin complejos ni hipotecas.

La han liado

Con sólo haber conseguido ser tercera y cuarta fuerza en muchos casos los emergidos la han liado. Ahora se regaña y se alerta de lo que vendrá a quienes han votado esas opciones. Por ejemplo, se advierte de que el futuro concejal de Hacienda del ayuntamiento de Madrid es un furibundo anticapitalista, por tanto un antisistema. Pero parece que los tiempos administrativos y su obligatoriedad de seguridad jurídica suelen templar los eslóganes. Veremos cómo modulan esos mensajes en muchos casos concebidos para gritar en la ‘mani’. Carmena es jueza, por ejemplo, y en su juventud estuvo en aquel despacho de abogados del número 55 de la calle de Atocha de dolorida memoria. Cuando defendía como abogada a trabajadores frente al sindicato vertical, fuera o no hippie y rebelde, lo hacía desde el conocimiento de las leyes franquistas en los tribunales. Quizá sea lo que más duela a un régimen dictatorial, junto a la protesta ciudadana.

Al suelo

No veo a Manuela Carmena recién investida alcaldesa de Madrid dedicándose con su concejal de Economía a aplaudir a los okupas. La veo trabajando para que haya opciones habitacionales y culturales para familias y colectivos empobrecidos, indefensos estos últimos años de PSOE y PP frente a los mimados poderes fácticos. A lo mejor, hasta apoyan desde el ayuntamiento las peticiones ciudadanas al alto tribunal europeo, ahora que se cumplen 30 años de nuestra incorporación a la UE, para que se erradiquen las abusivas cláusulas suelo de las hipotecas y (para que la banca no sufra teniendo que devolver lo cobrado) al menos se rebaje lo detraído abusivamente a los hipotecados del monto restante de la deuda. ¡Una revolución, vamos…! En todo caso, lo veremos. Desde la normalización de este tiempo nuevo, dure poco o mucho ‘el cambio’ o sea ya el nuevo paradigma político y social, lo veremos.

Al suelo

Y ahora, con su permiso, me voy al baloncesto. Si el Unicaja Málaga ha conseguido o no ganar este cuarto partido contra el Barcelona ya lo sabrán cuando estén leyendo esta página. Sabrán eso, y que yo me habré quedado afónico gritando «Sí se puede»… Porque hoy es sábado.