Tiendo la mano

Susana Díaz: «Tiendo la mano a quien me ha votado y a quien no.» Señora Susana Díaz, y otros nos tienden la mano al más puro estilo del siglo XVII. La presidenta está ahí para administrar la Junta de Andalucía y fomentar que tengamos un puesto de trabajo honorable, una sanidad pública digna, una enseñanza de prestigio, una educación en la escuela primaria para familias sin pautas y una vejez decente. Ella es la administradora jefe de una entidad del Estado que está financiada al 100% con nuestros tributos, dinero. Una economía funciona cuando se administra bien y va a la ruina con despido de los empleados cuando se administra mal. Ella tiene que dejar de tender la mano a nadie para cumplir con su obligación, porque ese eslogan no es conducta socialista, ni progresista. Su márketing es más propio del despotismo del conde duque de Olivares, con la diferencia de que éste no se reía nunca en público y ella se ríe demasiado. Ojalá lo haga muy bien y Andalucía sea la locomotora de Europa, como ella dice, más pronto que tarde. Eso queremos hecho realidad pero la única solución a esta crisis es que Alemania como acreedora sea la locomotora de la economía europea que tire de Andalucía gastando o invirtiendo sus ahorros para que aumenten sus importaciones de productos andaluces para que la Junta de Andalucía pueda pagar los coches oficiales hechos en Alemania.

Bartolomé Florido Luque. Torremolinos

La última de género

En los edificios adyacentes a la Casa Blanca de Estados Unidos se colocarán unos baños unisex que servirán tanto para hombres como para mujeres. Tan drástica solución de un único servicio se debe, eso dicen, al problema surgido con las personas que cambian de sexo, ya que en algunos Estados se les obliga a utilizar el baño correspondiente a su sexo de nacimiento. Y es que no resulta fácil imaginar la tragedia que puede plantearse cuando alguien que se dirige imperiosamente a evacuar sus orgánicas deposiciones, mira el simbolito orientador que hay en la puerta, y no se siente en absoluto identificado, quedando sumido/a en una profunda indecisión, con los riesgos que ello conlleva para los más cercanos. Pero de acabar generalizándose esta solución, perderíamos todos y todas: ellas, en cuanto a higiene y limpieza, pues los hombres solemos ser más guarretes y despreocupados; y nosotros, en cuanto al tiempo de espera de acceso al servicio. Aunque conociendo la fuerza expansiva de la denominada perspectiva de género, donde lo más disparatado que se fundamente en la no discriminación es susceptible de materializarse, la cosa podría ir aún a peor. Pues si, según tan ingeniosa teoría, los sexos ya no son dos, sino al menos cinco o más, y aconsejan que no se debería hablar de hombre y mujer, sino de mujeres heterosexuales y homosexuales, hombres heterosexuales y homosexuales, bisexuales, etc., etc., no es muy ilógico prever que lo que acabe finalmente triunfando sea la instalación de muy plurales servicios según el género en que se considere encuadrado cada cual. Pero eso sí: un único servicio unisex para hombres y mujeres heterosexuales. Y esto constituiría otro avance de género... Pero del género tonto, que se decía antiguamente.

Miguel Ángel Loma Pérez. Málaga