La economía española crecerá este año cerca del 3% e incluso por encima, según el criterio dominante en los oráculos oficiales (la Comisión Europea, el FMI, el Banco de España...), los mismos que han ensalzado al Gobierno del PP por su energía en la austeridad y las reformas de estos años. Pero a la vez, tales instancias ven altamente probable que el país incumpla los próximos objetivos de saneamiento de las cuentas públicas: reducción del déficit presupuestario y corrección de la escalada de la deuda en 2015 y 2016.

España cerró 2014 con un déficit equivalente al 5,8% del PIB que cumple la marca indicada por Bruselas, aunque no la más ambiciosa que por propia iniciativa se había fijado el Ministerio de Hacienda (5,5%). Si bien el país hizo en dos años un severo esfuerzo a base de recortes y subidas tributarias (el déficit bajó casi cinco puntos, algo sólo igualado por Grecia), el desfase de las cuentas sigue siendo el segundo más alto de la zona euro (por detrás de Chipre) y tanto la Comisión Europea, como el FMI o el Banco de España consideran inalcanzable el objetivo del 4,2% este año y del 2,8% en 2016. Sus alertas han llegado últimamente acompañadas, en pleno año electoral, de emplazamientos para nuevas subidas fiscales (IVA e impuestos especiales) o más copagos en servicios públicos. Un programa imposible de digerir camino de las urnas por el PP y alimento para quienes reclutan el voto del hartazgo contra los recortes.

El foco ha vuelto a ponerse sobre las cuentas públicas porque España siembra dudas por el lado de los gastos y de los ingresos, según el criterio de las citadas instituciones. Bruselas recela de la rebaja del IRPF, prioridad política de Rajoy, porque el país ya tiene un problema estructural de ingresos públicos, que representan el 37,5% del PIB cuando la media de la zona euro es del 46,5%. Allí también preocupa que el avance electoral de Podemos y de las banderas contra la austeridad de otras fuerzas de izquierda eleven el gasto público en autonomías y ayuntamientos. El PP hizo lo suyo con medidas de gasto en vísperas electorales del 24-M (créditos presupuestarios por valor de 18.000 millones aprobados el 15 de mayo). Todo induce a pensar que, sea como sea el futuro gobierno, Europa apretará las tuercas con el déficit en 2016.