Uno de mis amigos, de lo más serio, formal y moderado, confesaba el otro día algunas de las burradas que hizo de joven, como la noche en que cinco o seis se pusieron a cantar ante un cuartel de la guardia civil una canción sobre los altos vuelos de Carrero Blanco poco después del atentado. Si entonces alguien hubiera filmado la cancioncita, mi amigo hubiera podido tener problemas por apología del terrorismo o algo así pese a que ni por asomo ha simpatizado jamás con ETA. Por edad, muchos de mi generación participamos en protestas en la transición y me recuerdo, casi una cría, con unos amigos algo mayores corriendo delante de los «grises», como se llamaba entonces a los antidisturbios.

Luego, con veintipocos hice alguna que otra cosilla de la que no me siento orgullosa y ante la que doy gracias por haber disfrutado de mi juventud en una época en la que no había móviles con cámara de fotos y no existían las redes sociales. Como la mayoría de jóvenes, dirán. Claro. ¿Quién no ha cometido algún exceso a esa edad? ¿Quién no se ha llevado sin pagar una pulsera del Corte Inglés, o ha bailado borracho sobre una barra, o ha gritado contra el poder establecido con 18 años sin pararse a pensar si la protesta era legal o ilegal?

Viene este rollo a cuenta de los ataques que está sufriendo el nuevo gobierno de Manuela Carmena en Madrid y concretamente del caso de su portavoz, Rita Maestre, quien en 2011 participó junto a medio centenar de jóvenes, en su mayoría mujeres, en una protesta en la capilla del Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, a favor del laicismo y en contra de la Iglesia por la que está imputada por un delito contra los sentimientos religiosos. Por lo visto la cosa fue subida de tono, algunas de las protestonas mostraron los pechos y lanzaron consignas de lo más gráficas como «vamos a quemar la Conferencia Episcopal», «el Papa no nos deja comernos las almejas» o «contra el Vaticano poder clitoriano». Y ahora es cuando se ha montado el fregado. ¿Debe Rita dimitir o ser destituida por Manuela Carmena?.

Los contrarios a Podemos creen que sí por estar imputada, y los de Podemos creen que no porque no todas las imputaciones son iguales. Piden ahora la dimisión de la concejala los mismos que justificaban como pecados de juventud que alguno de los suyos apareciera en una vieja foto con el brazo en alto, y la justifican los que, a su vez, exigían la dimisión de los que salen en un vídeo de hace años jaleando a Franco. Ya está bien de hipocresías, más que nada porque a ver quién es el guapo que sale limpio de una exposición pública de todos sus actos de los 17 a los 30.