Nos acostumbramos a que un director de televisión anuncie cambios en los telediarios y para hacer un informativo más real compre la tecnología que crea un fondo virtual. Cuanta más verdad piden los espectadores, más se les responde con apariencias. (No olvidemos a los directores de periódicos que para cambiar el periodismo encargan diseño y maquetación nuevos a una empresa que sabe diagramar pero no escribir ni fotografiar noticias y comentarios).

Cuando un cambio de esos sucede en una cadena, inmediatamente lo siguen las demás. Como estamos en tiempo de austeridad, el último cambio es que los informativos de televisión, como los patinetes eléctricos de Segway, se conducen de pie. Los bustos parlantes llevan tiempo informando de pie y, por más que lo intento, no me acostumbro. Suelo ver los informativos comiendo y me incomoda la descortesía de permanecer sentado y masticando ante alguien que no es camarero y está de pie informándome de algo. En todas las películas los gangsters actúan así con sus lugartenientes y lo considero un mal ejemplo, quizá porque crecí en una cultura que no era ultraliberal y en la que lo correcto era ponerse del lado de los funcionarios y perseguir a esos emprendedores a los que el Estado no hacía más que entorpecer su iniciativa para atender lo que demandaba el mercado, antaño alcohol, ayer pornografía, aún hoy drogas, siempre mercancías baratas a costa de fastidiar a otro, juego u otras estafas organizadas. Ahora el gangster es un modelo y tampoco me acostumbro.

Por más que tengan aplomo ante la cámara, los presentadores bipedestantes se balancean ligeramente o adquieren una posición corporal que da la sensación de que tienen ganas de hacer pis. No de mear largamente, sólo de liberarse de las gotas del miedo. Además, cuando alguien tiene algo que contarme le invito a sentarse. Nada, que no me acostumbro.