Pedro Sánchez y la bandera

No estamos muy acostumbrados a verlo en los últimos tiempos. Primaron en éstos más bien el envolverse en la bandera republicana, sobre todo en lo que toca a los novísimos partidos emergentes que, como gritan desde Podemos, es la que correspondería a la pretensión de la izquierda más radical. No se puede incluir en esta distinción al PSOE, el cual presume de ejercer una política de centro-derecha sin caer en extremismos, pese a que presta su apoyo a aquéllos que se muestran visiblemente más exaltados.

La cuestión es que en un acto en el madrileño circo Price, siguiendo los pasos de las convenciones americanas de demócratas y republicanos americanos, el recién proclamado candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha mostrado con orgullo ante una enseña constitucional de, para más señas, grandes proporciones. Y aquí, no hay que ser muy avispado para palpar la inconsecuencia.

Y es que su actitud no casa y provoca asombro que quien repitió hasta la saciedad su repulsa hacia los populismos, o sea, a quienes rechazan los partidos políticos tradicionales, abrazara a renglón seguido a uno proclamado como anticonstitucional y republicano, prestándose a sus requerimientos para ir de la mano con pactos de dudosa viabilidad.

Bienvenida su proclama teniendo como fondo a la bandera nacional; la aplaudimos, si no se pensara que es pura compostura electoralista. ¿Intentó aparentar su vuelta al centro político después de las veleidades con la izquierda más radical, la de Pablo Iglesias? Es lo que produce incertidumbre y, desde luego, no poca confusión no solo en la ciudadanía sino en parte del partido del que es cabeza más visible. Y es que como dicen los más viejos del interior de Málaga, siempre con facundia y oportunos, es que «en política como en la aritmética todo lo que no es totalmente correcto está mal».

José Becerra. Málaga