Hay que felicitarse con los nuevos tiempos. Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, fue incapaz de entenderse con el anterior alcalde Sevilla, Ignacio Zoido, de su partido, y ahora se sienta con el alcalde socialista Juan Espadas. Esto sí es un cambio y sí además se suma la creación de un grupo de presión, lobby lo llaman, de preclaros profesionales de Málaga y Sevilla para diseñar acciones conjuntas para crecer, habrá que coincidir en que estamos en otra onda, en apenas unos meses. De deseable hubiera sido que en este grupo hubiera más mujeres, las hay en Andalucía y con excelente preparación. Esperemos. De entrada, se rompe el localismo y provincialismo que tanto ha castrado a Andalucía.

Y los tiempos cambian a un ritmo no previsto, con una quinta marcha que tiene a la presidenta Díaz al volante, consciente de que se ha perdido mucho tiempo. Tanto en el Gobierno andaluz como en el Parlamento la tralla restalla con fuerza, adoptando medidas que se orientan, en especial, a asegurar por ley una sanidad pública y universal y la lucha contra los desahucios, dentro de lo que permite la ley. Y para desmemoriados recordar que la presidenta Susana Díaz ha cumplido otra de sus promesas: la transparencia en la red. Cualquier ciudadano puede tener a golpe de clik todo lo que sucede en el Gobierno andaluz. Habrá que pedir que lo mismo se hiciera en otras autonomías.

Ayer en la Cámara andaluza se ensayaron nuevos modos y nuevas maneras, aunque resten coletazos del pasado. Existe la sensación de que, manteniendo una crítica dura y fuerte al gobierno de Susana Díaz, se abre la espita para el diálogo, la búsqueda de acuerdos y pactar en beneficio de los andaluces.

Y los tiempos cambian también para los más necesitados. No es para echar las campanas al vuelo, pero el paro en Andalucía volvió a bajar. Aquí debe concentrarse la gran batalla del Gobierno andaluz. Debe ser la legislatura del empleo y a ello deben sumarse todas las fuerzas políticas, con propuestas posibles.

Hay algo, sin embargo, que no cambia. El magistrado Barreiro, del Supremo, ha hecho suyas mayormente las tesis de la juez Alaya con el auto dictado contra Chaves, Griñán, Zarrías y Viera. Barreiro es un instructor muy peculiar y al que ya le rebatió el Tribunal Supremo algún caso, como le sucedió con Pepiño, el vicepresidente del Gobierno con Zapatero, al que puso al pie de los caballos para luego quedar en nada. El auto dado a conocer por Barreiro, tan extenso y prolijo como tan poco fundado. Un auto que ha dado, de nuevo, munición de grueso calibre a quienes han resucitado la Santa Inquisición y prender la hoguera donde sean quemados. Hay acreditados tertulianos de la derecha extrema y periodistas en la misma onda que llevan años cabalgando en un potro bilioso con el sólo objetivo de destruir el honor, sobre todo de Manuel Chaves.

Acreditados profesionales del derecho han dejado dicho y por escrito que el magistrado Barreiro sin base sólida, con sólo indicios y sin que tenga acreditada la relación causal de los inculpados con los delitos que señala el juez, sin quedar acreditado que los encausados supieran que el sistema para pagar los ERE era ilegal. Habría que imputar, primero al Parlamento andaluz que aprobó el sistema y al Gobierno, en su conjunto, que los ejecutó. No es necesario pero sí debe quedar algo claro ante el descarado intento de dar el mismo tratamiento al caso de los ERE y a los casos de la Gürtel, de Matas, el caso Púnica, del PP valenciano, o el más reciente del presidente del Parlamento y presidente de Bancaja, Olivas. Y hay que decir alto y claro que no todo es lo mismo. En estos casos que afectan directamente a la línea de flotación del PP se metió la mano, se robó y se la llevaron manso, sin olvidarnos del peaje de los sobres con pago en B. ¡Menos cara!