Pensaba uno que nuestra oferta cultural y de ocio había alcanzado ya un cierto refinamiento, y que los paisanos -ciudadanos, empresarios, administración- eran exponentes de un grado de civilización aceptable en este campo. Una lectura de las noticias de esta semana hace tambalearse tan optimista percepción: Churriana. Es sabido que su Jardín del Retiro, de titularidad privada, se cuenta entre los más relevantes de España, y así lo reconoce su catalogación como BIC. Quien escribe estas líneas considera los jardines como una de las creaciones más elevadas del ingenio humano, y reconoce su falta de objetividad en esta materia: ver términos como discoteca, jacuzzi, spa asociados a uno de los máximos exponentes de jardín italiano del país le hace fruncir el ceño. Pero ahí está la legislación para determinar qué usos son admisibles y cuáles no. Otra cuestión muy distinta es leer que allí se están haciendo obras como las citadas (y otras como destrucción de zonas verdes, talas, o construcción de edificios) sin licencia, sin proyecto y sin dirección de técnico competente: en plan compadre. A la espera de conocer el grado de afección al jardín histórico, tal forma de proceder por parte de la propiedad de un bien que goza de una protección del máximo rango siembra serias dudas sobre las manos en que está nuestro patrimonio.

Torre de Benagalbón. De los pocos puntos urbanizados de este litoral que no cuenta con paseo marítimo, y donde se abolió recientemente el poco edificante hábito de llevar los coches hasta la playa y aparcarlos sobre la arena. Pues he aquí que una de las primeras medidas que baraja el nuevo equipo de gobierno municipal -el núcleo depende de Rincón de la Victoria- es restituir tan bárbara costumbre, cuyos únicos beneficiarios serían aparentemente los concesionarios de unos pocos chiringuitos. Ay, Málaga.

*Luis Ruiz Padrón es arquitecto