Siempre conviene acertar con las palabras, pero más al elegir un lema. La «ley mordaza» no está bien bautizada, porque lo más importante de ella son las restricciones al uso de la calle. En una democracia la calle constituye un contrapoder legítimo, que en momentos extremos puede llegar a dar un vuelco a la situación y hasta al sistema, pero lo normal es que la fuerza de la calle funcione como un límite al poder de las instituciones. La mal llamada «Ley mordaza» incrementa el control del poder instituido sobre la calle, limitando así su poder. Sin entrar en detalles, da la impresión de que al aprobar esa Ley el PP ha sobreactuado, quizás por efecto del miedo que le habían metido en el cuerpo las actuaciones callejeras, pese a que éstas han sido bastante tolerables, dada la situación. Ya vemos que en España los llamados liberales sólo lo son porque se llaman de ese modo a ellos mismos.